Hace varios meses una fragata francesa se encalló en la costa de Libia, donde participaba de una misión de la OTAN. Allí, la Armada de Turquía interceptó al buque y generó las primeras tensiones entre ambos países, lo que se fue intensificando hasta la actualidad, donde las relaciones bilaterales están en un pico de tensión.
Luego de este encontronazo militar, la revista de polémica tirada, Charlie Hebdo, volvió a desatar la ira de la comunidad islámica. En este caso, la portada de una de las ediciones de octubre de este año muestra al Primer Ministro turco, Recep Tayyit Erdogan, incumpliendo con varios de los valores de su religión y la de su país.
Esto se transformó en un rechazo generalizado de la comunidad de turca y de algunos países que tienen al islam como religión como Arzerbaiyán y Egipto. Además, Erdogan llevó el conflicto mucho más allá: llamó a sabotaje de los productos franceses en Turquía, incitando a la población a no consumir los mismos.
¿Libre expresión, parodia o burla?
La revista Charlie Hebdo es un producto gráfico mundialmente conocido por su agudeza en los mensajes transmitidos en sus portadas, parodiando -esencialmente- algunas actitudes de la comunidad musulmana en el cercano oriente y Europa.
Hace algunos años, la sala de redacción de esta revista francesa fue atacada, dejando un saldo muy elevado de heridos y muertos entre periodistas y empleados. Este ataque fue adjudicado a un grupo terrorista que profesaba la fe que la revista parodió.
Actualmente, la mirada internacional se volcó hacia otra de sus ediciones, especialmente a la que grafican al Primer Ministro de Turquía bebiendo alcohol, echado en el sofá y con una mujer a su lado, vestida con el velo musulmán y realizando las tareas domésticas.
Sumado a esto, en la caricatura se puede observar a Erdogan levantándole el velo a la mujer, dejando ver sus partes íntimas con una inscripción que titulaba “en casa todo se puede”, haciendo referencia a las injusticias y diferencias culturales entre religiones.
Repudio, tensiones y sabotajes.
Erdogan no tardó en cruzar a Emmanuel Macron, Presidente de Francia, pidiéndole respuestas de manera pública, no por haberlo ridiculizado sino por “burlarse del profeta Mahoma”. De esta forma, Turquía apuntaba sus reclamos al máximo mandatario francés.
La postura de Macron es contrapuesta a la del turco Erdogan. El Presidente de Francia se limitó a escuchar y a tomar medidas, por ejemplo, la de retirar temporalmente al embajador de su país en Estambul.
Las tensiones se incrementan día a día, ya que la comunidad turca en Francia es muy grande y profesan la religión musulmana, esto sumado a la tensión diplomática hace que la situación sea cada vez más compleja.
Atentados extremistas
Tal y como en 2015 cuando se registró el brutal atentado en la redacción de Charlie Hebdo, la portada de Erdogan trajo consigo consecuencias fatales.
Luego del repudio turco a la caricatura del Primer Ministro, se registró un atentado extremista adjudicado por un grupo terrorista del islam, que atacó una iglesia católica en Lyon, Francia.
El hecho consistió en la irrupción de un hombre, aparentemente de origen musulmán, quién degolló a varias personas en plena misa dentro de una iglesia en esta importante ciudad francesa.
Esto generó la rápida respuesta del Estado francés, quien retiró su embajador en Turquía para evaluar la situación desde París.
Los próximos días serán claves para comprender lo grave de la situación entre estas dos potencias, puesto que Francia deberá decidir si recompone su embajada en Estambul, de no hacerlo, sería una medida diplomática extrema, imponiendo un mensaje de no negociaciones con Turquía.
Por su parte, el Primer Ministro turco no da el brazo a torcer y siempre que es consultado sobre el tema, apunta hacia la pasividad de las decisiones de Macron, frente a lo que él considera una ofensa y no un recurso periodístico.
