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Viernes 19 de abril de 2024
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La opinión pública es una cuestión de actitud

El paradigma de la comunicación cambió y la construcción en la formación de la opinión pública es una cuestión de actitud conforme al sistema de datos de las plataformas digitales. ¿Qué nos entusiasma más? ¿El titular que habla sobre la llegada de las vacunas o ver un video, una foto o un meme en nuestras redes sociales de una persona emocionada por recibir la vacuna?

El paradigma de la comunicación cambió y la construcción en la formación de la opinión pública es una cuestión de actitud conforme al sistema de datos de las plataformas digitales. ¿Qué nos entusiasma más? ¿El titular que habla sobre la llegada de las vacunas o ver un video, una foto o un meme en nuestras redes sociales de una persona emocionada por recibir la vacuna?

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¿Qué imagen o video vieron hoy que les causó alguna reacción? Las redes sociales interpelan nuestro humor, de esta manera entre diferentes imágenes que son de opiniones públicas, claro, pero también privadas. Esto se traduce en algo tan básico como que el algoritmo definió lo que verían al entrar a sus redes.

Hoy, vemos enfrentamientos ideológicos en las plataformas, pero considero que hay un punto de encuentro y es que todos estamos atravesados por un contexto político y mediático sin precedentes. 

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El panorama mundial continúa en alerta, los Gobiernos del mundo se vieron obligados a establecer estrategias porque cuando todo esto se desató habían muy pocas premisas pero muy claras: restringir la circulación, utilizar barbijo, lavarse las manos y aprender sobre los síntomas de la nueva enfermedad que alteró el orden global y demanda una nueva comunicación. 

La construcción de la realidad es una cuestión de algoritmos.

Una forma de comunicar sin precedentes 

La histórica crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus (COVID-19) sumada a la crisis económica y social sin precedentes, es una situación excepcional que nos interpela directamente como actores sociales. Más concretamente si consideramos las indiscutibles implicaciones que tienen la comunicación política en la sociedad. 

Estamos vulnerables como humanidad a la incertidumbre. Cualquier decisión de comunicación pública es asumir retos, dar legitimidad a la toma de decisiones y reivindicar la importancia de la dimensión comunicativa como factor de éxito en los procesos de gestión de crisis.

Así lo consideró António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas: “Estamos en una situación sin precedentes y ya no se aplican las reglas de siempre. No podemos recurrir a las herramientas usuales en tiempos tan inusuales. La creatividad de la respuesta debe estar a la altura de la naturaleza única de la crisis, y la magnitud de la respuesta debe estar a la altura de su escala”.

¿Quién no puso en Facebook un meme para al menos reírse de la pandemia?

Tal es así que nos vemos inmersos en nuevas formas de comunicar que requieren creatividad para que sean eficientes. 

Como las selfies que sacamos con filtros, la información siempre está intervenida.

El relato local

Hace un año nos sumergimos en un contexto ni siquiera imaginado y, de repente, ya hablábamos de un status sanitario que generaba varias emociones como enojo, curiosidad e incertidumbre. ¿Pero cómo reaccionamos?

Empezamos a ver muchos memes, stickers y videos que mostraban las más innatas expresiones regionales y formaban parte de una atmósfera armónica; si bien afuera, el mundo, no estaba así. 

Los pasillos digitales de WhatsApp, Facebook, Twitter, Youtube, Instagram y de todas las demás plataformas, hoy son espacios de participación colectiva aunque segmentada por géneros, rangos etarios, ubicaciones, profesiones y hasta por las opiniones públicas.

Como comunicadora me parece fascinante ver el comportamiento de las tendencias, leer los comentarios como termómetro social. Como, por ejemplo, el caso de la nota “Formosa una provincia que se mantiene invicta en casos de Coronavirus” que hablaba de las medidas de seguridad y control sanitario en medio de un confinamiento universal, pero en los comentarios bromeaban con supersticiones.

¿Cómo fue entonces que este factor tan importante que hace un año generaba humor, hace unos días fue motivo de repudio de muchos sectores? Definitivamente, creo que el algoritmo es una cuestión de actitud.

La información siempre tiene filtros 

Después de tanto ruido con el meme de “Dios es formoseño”, hubo un receso de risas para empezar a sensibilizarnos con otras realidades. Entramos en la dicotomía de preguntarnos en dónde realmente estaba Dios y sí había algo más que nos protegiera del virus.

El Ministro de Gobierno de Formosa, Jorge González, se convirtió en el político del momento cuando aseguró que en su provincia no habían casos de COVID-19 porque “Dios es formoseño”.

Unificar emoción a partir del mensaje 

Cada sector es movilizado por diferentes emociones, aunque todos estemos en las mismas plataformas y este sea nuestro único espacio común. Este encuentro es tan importante para entender de manera colectiva que la responsabilidad es individual y solo se puede lograr de la mano de la comunicación. 

La unidad, organización y sensibilidad en el mensaje propicia la responsabilidad social.

Oportunismos políticos

Desde que se desató la pandemia e históricamente ante cualquier situación de crisis hay oportunismo político y empresarial. Sectores que están organizando, aprovechando y entorpeciendo la gestión oficial. 

Los podemos llamar “oportunismos desmedidos”, esperando cualquier debilidad o falta de atención de los Gobiernos para atacar, emocionar y enojar a la misma ciudadanía que se sensibilizó con la situación de la pandemia.

El oportunismo político en este sentido es un sector protagonista que utiliza los datos ajenos y, por tanto, el algoritmo de las plataformas como termómetro social para sacar crédito y cobrarselas al oficialismo.

El oportunismo político se agarra de las opiniones en contra de las políticas gubernamentales.

La industria de la comunicación 

El gran logro de la industria de la comunicación es el algoritmo como recurso: medir edad, lugares, palabras, y así fabricar ese titular o ese meme que será viral. Esto es un mecanismo prácticamente automático. Se entiende que estos datos asimilan que en la diversidad hay riqueza y ahí está el desafío más grande.

Para los responsables de generar y compartir un mensaje es de suma urgencia entender el comportamiento de la sociedad interpelada por la era digital que muestra con claridad la diversidad cultural, social, económica y política. Poniendo en valor la conocida comunicación de crisis y así gestionar bajo la premisa de Galileo Galilei: “Mide lo que sea medible y haz medible lo que no lo sea”.

Detrás de cada tendencia hay intereses. Para poder detectarlos es necesario realizar una lectura crítica y ejecución estratégica de la comunicación.

A los que al despertar abrimos WhatsApp y nos encontramos con un audio que anuncia una información, es preciso verificar en los canales oficiales aún cuando lleve más tiempo. 

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