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Martes 19 de marzo de 2024
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Innovar en Educación

El presente del sistema educativo argentino está marcado por un pasado repleto de desafíos y un futuro incierto, en este contexto es imprescindible innovar desde la creatividad, la contextualización, y la evaluación constante.

El presente del sistema educativo argentino está marcado por un pasado repleto de desafíos y un futuro incierto, en este contexto es imprescindible innovar desde la creatividad, la contextualización, y la evaluación constante.

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¿Para qué sirve la escuela? A primera vista podría parecer una pregunta sencilla, de resolución casi obvia. No obstante, si realizamos un análisis de largo plazo encontramos que ha sido siempre un interrogante clave, con respuestas diversas, y que han existido, a su vez, puntos de mayor tensión que se suceden periódicamente respecto a la necesidad de articular una única definición. 

Sin dudas, en los últimos tiempos atravesamos uno de esos momentos. Heredamos, por un lado, una propuesta muy ligada con el pasado, con una perspectiva enciclopedista que apunta a identificar, transmitir y reproducir ciertos saberes que se decidieron como aquellos más relevantes y que la escuela debe encargarse de transmitir a los futuros ciudadanos. Esta idea tiene detrás una imagen del futuro más o menos previsible, supone una correlación entre lo que fue y lo que será. 

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Por supuesto, esta línea de continuidad ilusoria se ha visto seriamente desafiada en los últimos años. Incluso antes de que la pandemia por la enfermedad por el coronavirus (COVID-19) le diera su último golpe de gracia, vimos aparecer en las currículas una serie de iniciativas orientadas a brindar las herramientas para que las y los estudiantes puedan anticiparse al futuro, que ahora parecía más incierto. 

En Misiones existe la Escuela de Robótica que es una apuesta educativa innovadora y gratuita.

Lo interesante entonces es que, sea cual sea esa definición, no remite solamente a la construcción de una propuesta educativa, sino que expresa el modo en el que elegimos construirnos como sociedad y las esperanzas que depositamos en el futuro. Es, de alguna manera, una apuesta.

En este sentido, me interesa destacar especialmente el caso de Misiones. Al igual que el resto del país, la provincia tiene muchos desafíos: tanto en datos sociales, económicos y de desarrollo como de desempeño del sistema educativo. No obstante, y a diferencia de muchas otras provincias, Misiones ha decidido, en los últimos años, hacer de la innovación educativa una prioridad.

En el 2020, fue la primera provincia en suspender las clases presenciales. Fue, también, la primera en realizar una propuesta de continuidad pedagógica haciendo uso de una plataforma virtual desarrollada localmente en 2016. 

La herramienta, pensada originalmente para ser utilizada en las escuelas técnicas de Misiones forma parte de una iniciativa más amplia, implementada en los últimos años con el objetivo de potenciar la inversión en tecnología y contribuir así al desarrollo de habilidades como el pensamiento lógico y computacional y la capacidad hacedora. 

Lo más novedoso, no obstante, es que todas estas medidas fueron impulsadas por la Subsecretaría de Educación Disruptiva, Innovación e Investigación. En un país como Argentina, en el que vemos empeorar año a año los resultados educativos al tiempo que las políticas y, fundamentalmente, la inversión educativa se mantienen más o menos constantes, el hecho de que esta institución exista ya es motivo de celebración. 

Funcionarios misioneros en el Congreso Internacional Virtual sobre innovación educativa en febrero de 2021.

Es fundamental, en el escenario en el que nos encontramos, animarnos a pensar alternativas innovadoras, desafiarnos a salir de lo conocido y probar soluciones que puedan darnos mejores resultados.

Sin embargo, para que esa apuesta tenga sentido, es imprescindible que esté construida de manera focalizada, atenta al contexto y a la problemática que busca solucionar y a las herramientas con la que se cuenta para lograrlo. 

La educación es una ciencia social y, por tanto, necesita no solamente diagnosticar en base a la evidencia sino actuar y direccionar las intervenciones con la ayuda de mediciones y evaluaciones periódicas y sistemáticas.

Frente a un mundo cada vez más complejo e incierto, en un escenario inédito inaugurado por una pandemia global y en un país que acumula desaciertos educativos que se miden en décadas, está claro que la innovación debe tener un rol cada vez más protagónico. 

Innovar significa transformar en acción ideas disruptivas, pensar por fuera de lo cotidiano y animarse a ponerlo en práctica. Pero innovar significa, también, entender dónde estamos parados y construir soluciones contextualizadas. Necesitamos entender a la innovación como una apuesta a la vez urgente y racional. Porque no tenemos ni un solo segundo ni un solo peso para perder. 

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