Hace pocos días, el Ministerio de Salud Pública de Corrientes recibió varias dosis de suero antiofídico liofilizados y polivalentes para distribuirlos a distintas partes de la provincia. El mismo se utiliza para tratar los envenenamientos por mordeduras de serpientes.
La obtención se dio a partir del convenio entre el Centro de Producción de suero antiofídico de Corrientes y el Laboratorio Biol, de Buenos Aires. El acuerdo implica que la firma bonaerense entregue los sueros a cambio de muestras de veneno de las distintas especies de serpientes que habitan la región.
En esta nota abordaremos cómo actúa el suero antiofídico en el organismo humano, los avances científicos que se dieron en la provincia y la importancia de contar con este recurso.
¿Cómo actúa el veneno de serpiente en el cuerpo humano?
Un trabajo de la especialista veterinaria de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), Ofelia Acosta de Pérez, señala que los venenos de las serpientes cumplen la misma función que nuestro hígado o páncreas.
“Las víboras, al no tener manos ni piernas utilizan su veneno como defensa cuando se invade su territorio, situación que genera un accidente al morder a la víctima. Los ofidios utilizan su veneno para degradar los tejidos de su alimento y digerirlo más fácilmente”, explicó la profesional.
La investigación destaca que el efecto que produce el veneno de serpientes en humanos y animales es el mismo. En el caso de las especies Yarará, que habitan la región correntina, los efectos se producen inmediatamente después de la mordida; dolores intensos y progresivos en los puntos por donde ingresaron los colmillos, sumados a ardor, hinchazón de la zona y sangrado local y sistémico.
Mortalidad
Sin embargo, la mortalidad que ocasiona la mordida de esta especie es muy baja y se puede superar la intoxicación sin tratamiento. En el caso de las serpientes de Cascabel, el efecto es distinto a las de la Yarará. La letalidad de esta especie supera el 99%.
Este veneno no genera síntomas locales, dolor, hinchazón, edema ni genera sangrado. Los síntomas son neurológicos. El paciente tiene problemas para permanecer parado, no puede levantar los párpados, no puede emitir voz y le fallan los músculos voluntarios.
Por último, en relación a las serpientes de Coral, el veneno es neurotóxico y contiene toxinas que son cardiotóxicas. Los síntomas son muy parecidos a los de Cascabel. El paciente mordido tiene tan solo 3 horas de vida después de ser mordido para ser tratado con el suero antiofídico, explica la especialista de la UNNE.
Aplicación del suero y sus efectos
Es importante destacar que desde hace más de un siglo la producción de suero antiofídico se realiza principalmente a través de caballos. El procedimiento consiste en extraer el veneno de la serpiente, procesarlo e inocular en pequeñas y sucesivas cantidades no letales en el equino, durante varios meses.
En ese período, explica un informe del CONICET, el caballo genera anticuerpos específicos que son capaces de bloquear las toxinas y que, luego de ser extraídos, son procesados para administrar a los pacientes humanos con el objetivo de que se pueda mezclar con la sangre en el cuerpo.
Para el caso de las Yarará, dicen los expertos de la UNNE, el hombre o animal mordido debe recibir el suero antiofídico entre las 12 horas de producido el accidente y hasta un máximo de 24 horas.
En el caso de la Cascabel el tiempo se acorta entre 6 y 8 horas y ante una mordida de Coral, el antídoto se debe aplicar antes de las 3 horas de producido el accidente.
Peligros del uso particular
El suero antiofídico debe ser administrado por vía endovenosa, es la ideal para contrarrestar los efectos de una mordedura de serpiente. Para que el tratamiento sea efectivo, se debe aplicar en el tiempo adecuado el suero según el tipo de serpiente que mordió al paciente.
Asimismo, la profesional Acosta de Pérez aclaró: “El único profesional indicado para inyectar el suero antiofídico es el médico y debe hacerlo preferiblemente en un hospital. Bajo ningún concepto, está indicado para el uso particular, salvo en casos de extrema necesidad en el que el accidentado no tenga forma de llegar a un centro asistencial”.
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