Un día como hoy las tropas paraguayas que habían invadido la ciudad de Corrientes en 1865 iniciaron el proceso de retirada, luego de permanecer durante diez meses en suelo correntino.
Hasta nuestros días, a casi 200 años de lo sucedido, el hecho sigue dando que hablar por el impacto que generó en las poblaciones de la región. En muchos sitios de la provincia aún quedan vestigios de esta invasión comandada por el entonces Presidente del Paraguay.
Si bien hoy los pueblos argentino y paraguayo viven en un ambiente de respeto y poseen vínculos de amistad, para entender este hecho debemos remontarnos a épocas en que este vínculo era distinto.
¿Qué motivó la invasión del ejército paraguayo a Corrientes?
El motivo principal de esta invasión, consideran algunos historiadores, fue de tipo ideológico y político ya que comenzó a producirse en la región, particularmente en Argentina y luego en Uruguay, un avance del liberalismo que luego concluyó en la llegada al poder político de militares y políticos liberales.
En Argentina, previo a la invasión de las tropas paraguayas a suelo correntino, había asumido el gobierno en 1862 el general Bartolomé Mitre. Este, a su vez, ayudó al general uruguayo Venancio Flores a llegar al poder en 1865. Asimismo, Mitre y Flores eran aliados del Imperio del Brasil desde mucho antes.
El conflicto inició cuando el entonces Presidente del gobierno paraguayo, el mariscal Francisco Solano López, socialmente conversador, interpretó que la alianza argentina y brasilera podría intentar instaurar un gobierno liberal en su país.
Otro de los motivos que se mencionan en torno a la ofensiva que desarrolló Solano López fueron sus pretensiones de influir en las políticas de los demás países de la cuenca del Río de la Plata.
¿Por qué invadir Corrientes?
En el caso particular de la relación con estos países, Brasil y Argentina, la Provincia de Corrientes es un territorio estratégico por el cual vieron posible realizar ataques o generar amenazas bélicas.
Es por ello que el 13 de abril de 1865 una escuadra, formada por cinco embarcaciones a vapor de bandera paraguaya, atacó dos buques argentinos que se encontraban apostados en el puerto de Corrientes, el 25 de Mayo y el Gualeguay, y los secuestró.
Al día siguiente inició la toma de la ciudad capital con la ayuda de más de 3.000 soldados paraguayos. Esto generó la resistencia de algunos vecinos que intentaron frenar la invasión y la huída de otros tantos, así como de los funcionarios de gobierno de la provincia a localidades del interior.
Desde allí, dos columnas de soldados fueron avanzando hacia el sur de la provincia, una por la costa del Río Paraná y otra por la costa del Uruguay, imponiendo miedo y saqueando a la población.
De aliados a enemigos
El mariscal Francisco Solano López había ordenado a sus tropas que trataran como aliados a los correntinos al momento de invadir la provincia. Pero esta política cambió rotundamente al caso de unos meses ya que consideró que no demostraban total voluntad de acompañar su decisión de invasión.
Es entonces que inició la tempestad y se vivieron días difíciles en todo el territorio provincial.
En la historia correntina, oral y escrita, sobre esa época resalta un hecho que generó gran impacto; el secuestro de cinco mujeres, esposas de altos funcionarios que resistieron la invasión paraguaya, y que fueron llevadas al Paraguay. De las cinco, solo una no volvió por fallecer en cautiverio.
La retirada y sus consecuencias
Cabe mencionar que para cuando el Presidente paraguayo, Francisco Solano López, había decidido la retirada, ya se habían puesto contra él y su ejército tres países; Argentina, Brasil y Uruguay, a esto se llamó La Triple Alianza.
Más tarde, se generaría una invasión que terminaría devastando a gran parte de la población paraguaya, y en la que llegarían a pelear cientos de hombres, mujeres y niños.
En Corrientes, luego del 2 de octubre en que las tropas paraguayas se retiraron se mantuvo cierta calma pero también se experimentó una tensión por estar expuestos a nuevas invasiones.
Lo que sí, Corrientes ya contaba con la mayor protección de parte de las fuerzas armadas del país y las de los vecinos Uruguay y Brasil, quien no se retiró de las aguas del Paraná hasta unos meses después de finalizado el conflicto.
En cuanto a las consecuencias que la invasión paraguaya generó se resaltan los daños económicos y en el ordenamiento institucional. Pero más que eso, la experiencia de guerra y tragedia a la que estuvo sometida la población durante esos interminables días.
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