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Jueves 25 de abril de 2024
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Claves para entender lo que pasa en Ucrania. Los conflictos con Rusia y la OTAN

El 24 de febrero el mandatario ruso Vladimir Putin resolvió avanzar militarmente sobre la frontera ucraniana en la culminación de un conflicto entre ambos países que parece venir escalando desde hace varias semanas, pero que en realidad se remonta a varias décadas.

El 24 de febrero el mandatario ruso Vladimir Putin resolvió avanzar militarmente sobre la frontera ucraniana en la culminación de un conflicto entre ambos países que parece venir escalando desde hace varias semanas, pero que en realidad se remonta a varias décadas.

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El pasado jueves, las tropas rusas invadieron Ucrania iniciándose así un conflicto que puede generar graves consecuencias no sólo en el país sino también a nivel internacional. La invasión es el resultado de una relación problemática que tienen ambos países en los últimos veinte años sumado a la enemistad entre Rusia y Estados Unidos.

Para entender la magnitud del conflicto hay que tener en cuenta no solo el origen del mismo sino la importancia de Ucrania tanto para Rusia como para los países de la Alianza Atlántica.

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La OTAN tocando la puerta

Ucrania, junto a otros 15 países, perteneció hasta hace 30 años a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Durante casi 70 años Ucrania y Rusia fueron un mismo país, hasta que la economía de la URSS colapsó y, tras la caída del muro de Berlín, las naciones una a una fueron proclamando su independencia. Esta escalada independentista incluyó a Ucrania que se independizó en 1991.

Uno de los motivos más importantes que motivó la avanzada rusa fue la intención de Ucrania de finalmente pertenecer a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza militar internacional dirigida por Estados Unidos que surgió durante la guerra fría para combatir la influencia del bloque soviético.

La OTAN se conformó para frenar el avance de la URSS.

Putin ve como una amenaza la anexión de Ucrania a la OTAN y un incumplimiento directo a las promesas que se hicieran al caer el muro de Berlín. Entonces, el Secretario de Estado norteamericano James Baker se reunió con el Ministro de Asuntos Exteriores Eduard Shevardnadze para negociar la unificación de Alemania y su anexión a la OTAN.

En aquel momento, Baker garantizó a Shevardnadze que después de Alemania, las OTAN no se moverían ni una pulgada más más hacia el este. Un día después, el 10 de febrero de 1990, Helmut Kohl, el futuro canciller de la Alemania unida, repitió la misma promesa al entonces mandatario Ruso Mijail Gorvachov.

Después de la caída del muro de Berlín, la OTAN fue incluyendo muchos ex miembros de la URSS.

Este pacto no se cumplió. Aprovechando la crisis interna rusa, la OTAN aceleró sus negociaciones para la integración de varios países de oriente entre 1990 y el 2000, cuando Rusia comenzaba a levantar cabeza. Muchos estados que anteriormente formaban parte de la URSS se unieron a la OTAN. República Checa, Hungría y Polonia se unieron en 1999, mientras que Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia lo hicieron en 2004.

La OTAN ha crecido desde los 12 miembros fundadores en 1949 a 30 en la actualidad, y cada vez más cerca de la frontera de Rusia. Para Putin, aceptar la soberanía de Ucrania para establecer tratados de libre comercio y unirse significa exponerse aún más a las potencias de occidente. Rusia considera esencial para su seguridad nacional que Ucrania no forme parte de la OTAN ni de la Unión Europea, y que no tenga un gobierno prooccidental.

La relación entre Ucrania y Rusia

Tras la anexión del resto de los países ex-soviéticos a la OTAN, Rusia depende del control de Biolorrusia y Ucrania para mantener la seguridad nacional. Y mientras que en Bielorrusia existe una dictadura que controla cualquier oposición occidental, Ucrania desde su independencia ha tenido varios conflictos internos entre facciones prorusas y prooccidentales.

La recuperación económica de Rusia y su regreso al podio de las potencias mundiales a principios del Siglo XXI significó una mayor vigilancia del país sobre Ucrania, y ésto a su vez recrudeció el conflicto interno  entre ambas facciones.

Estos conflictos salieron a la luz de la comunidad internacional en la “Revolución de la Dignidad” el 21 de noviembre del 2013. El gobierno ucraniano había dado marcha atrás en los acuerdos de asociación y libre comercio con la Unión Europea, lo que fue visto por parte de la ciudadanía como una señal de intervencionismo ruso.

El este de Ucrania la mayoría de la población habla ruso como lengua materna.

La escalada del conflicto tuvo como resultado el desplazamiento del entonces mandatario Viktor Yanukóvich y visibilizó la bipolaridad dentro del país. Un 38,0 % de los ucranianos apoyaba una asociación con Rusia, mientras que el 37,8 % prefería una asociación con Europa. 

Geográficamente, el mayor apoyo hacia la integración con la UE se encontraba en Kiev (alrededor de 75 %) y en el oeste de Ucrania (81 %);​ este apoyo se reducía al 56 % en el centro de Ucrania, al 30 % en el sur y en Crimea (sede de la flota póntica) y al 18 % en el este, donde se encuentran las regiones de Luhansk y Donetsk.

Por ello, el desplazamiento de Yanukóvich generó conflictos en el sureste del país que desencadenaron en la anexión rusa de la península de Crimea después de un Referendum celebrado el 16 de febrero del 2014 que dió como resultado un 97% de afirmatividad a la medida. Ucrania acusó al referendum de fraudulento y hasta hoy considera la anexión como ilegal.

En el 2014, después de un referendum, Rusia anexa la Península de Crimea como parte de su territorio.

Días después, grupos separatistas de Donetsk y Lugansk autoproclaman su independencia y reclaman integrarse en Rusia. Esto dió como resultado la denominada Guerra de Dombas”, El este de Ucrania se convierte así en el escenario de la última guerra de europa entre los separatistas prorrusos, con apoyo político y militar de Moscú, y el Ejército ucranio.

El enfrentamiento armado concluyó cuando en septiembre de 2015 Ucrania, Rusia y representantes separatistas de Donetsk y Lugansk firmaron un acuerdo en Minsk para poner alto al fuego. Sin embargo, desde ese día los métodos diplomáticos para resolver el conflicto dieron resultado.

Luhansk y Donetsk se proclamaron como estados independientes luego de la “Revolución de la Dignidad”.

El juego de la mecha corta

En mayo de 2019 llega al poder Volodímir Zelenski y con él se revitaliza el movimiento pro occidente. Ucrania comienza a figurar como colaborador de la OTAN y entre ambos realizan acciones para su inclusión definitiva con el objetivo de recuperar la península de Crimea.

Durante el 2021, Rusia traslada tropas a sus fronteras con Ucrania y a la península de Crimea como un acto de provocación. En vez de retroceder, la amenaza provoca a Zelenski para apresurar su inclusión en la OTAN, confiando en el principio de la organización de defender a cualquiera de sus miembros ante un ataque.

La llegada al poder Volodímir Zelensk se revitaliza el movimiento pro occidente.

A principios de febrero, Estados Unidos y la OTAN rechazan el pedido de Rusia de firmar un tratado bilateral sobre seguridad en Europa y cerrar la puerta a una futura incorporación de Ucrania a la Alianza Atlántica. Esas eran dos de las principales exigencias planteadas por Moscú para poner fin a la crisis de Ucrania.

Finalmente, la agresión rusa cayó el 24 de febrero del 2022, registrando explosiones en varios puntos de Ucrania. La Unión Europea y Estados Unidos vienen imponiendo sanciones económicas a Rusia. Recién hace dos días, y aunque Ucrania no llegó a ser incluida formalmente, se anunció la activación de los mecanismos de respuesta de la OTAN.

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