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Viernes 19 de abril de 2024
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Juana Azurduy, la libertadora invisibilizada por la historia oficial

Juana Azurduy murió un 25 de mayo de 1862 en la absoluta pobreza, habiendo participado activamente de la liberación de Argentina y Bolivia

Juana Azurduy murió un 25 de mayo de 1862 en la absoluta pobreza, habiendo participado activamente de la liberación de Argentina y Bolivia

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Astuta como era, Juana Azurduy sabía que la emergencia de las campañas libertadoras no podrían rescindir de sus habilidades y gallardearía. Ya sea dentro o fuera del campo de batalla, sorprendía a propios y enemigos con la naturalidad de su cabalgar y su maestría en el uso del sable, las boleadoras y la huaraca. En esta nota de NEA HOY hacemos un breve recorrido sobre la historia de nuestra heroína independentista.

Juana nació el 12 de julio en Chuquisaca, que hoy se encuentra dentro de Bolivia pero que en 1870 formaba parte del Virreinato del Río de la Plata. Hija de madre nativa y de padre español, heredó de los nativos el amor por su tierra y de los colonos la pasión por la aventura.

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Como era hija única, su padre le enseñó a cabalgar y a trabajar en el campo, esperando que algún día se hiciera cargo de las fincas de su familia. De la madre, aprendió el quechua y las costumbres indígenas. Ya huérfana a los 10 años de edad, la escuela y el convento terminaron de moldear su carácter férreo.

A los 25 años contrajo matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, un vecino y amigo desde su niñez con quien tuvo 5 hijos. En esos tiempos ya se veían las crisis internas dentro del virreinato, y cuanto más revueltas había, más dura se volvía la opresión realista hacia los pobres o disidentes. Por su  compromiso con las causas de los más débiles, ambos sufrieron hostigamientos y persecuciones por parte de las autoridades.

Juana Azurduy y Manuel Padilla compartían las ideas de igualdad y fraternidad que se difundían en esos tiempos en Sudamérica, inspirados en los ideales de la revolución francesa, razón por la cual se unieron a los movimientos independentistas, teniendo una comprometida actuación en 1809 durante la Revolución de Chuquisaca y un año después durante la revuelta de Cochabamba.

Esto los dejó expuestos ante la mirada de los realistas, y cuando las fuerzas patriotas fueron derrotadas en Huaqui, Juana fue apresada junto a sus hijos. Juana se escaparía de la cárcel y junto a su pareja y cuatro hijos huyeron para vivir como forajidos escondiéndose en la selva, mientras sus bienes eran confiscados por los españoles. 

La Juana guerrera

Junto a Padilla se unieron al ejército del general Manuel Belgrano en su campaña del Alto Perú, colaborando en el éxodo jujeño, transportando artillería en Vilcapugio y sufriendo en primera línea la derrota de Ayohuma.

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Formando un batallón denominado “Los Leales”. Muchas veces, al dividirse, parte del batallón estuvo al mando de Juana Azurduy, quien vestida de casaca militar colorada, pantalones blancos y sombrero con punta celeste y blanca, los comandaba con autoridad hacia la batalla y organizando la defensa de Tarabuco, La Laguna y Pomabamba.

Una de las mayores gestas de Juana se produjo en la región de Villar, que constantemente estaba siendo atacada por los realistas españoles. Mientras Padilla partía hacia la zona del Chaco, ella organizó una incursión en la que arrebató la bandera del regimiento al jefe de las fuerzas enemigas y dirigió la ocupación del Cerro de la Planta.

Tras este episodio, el propio Belgrano le regaló su sable en honor a sus virtudes y le hizo llegar su ascenso a teniente coronel, reconociéndole el derecho del uso de uniforme militar y el mando legal de las tropas. En esta época, era muy difícil que Buenos Aires aprobara estos honores a una mujer y mucho menos a una nativa, lo que demuestra el ímpetu con el que Manuel Belgrano debió defender su caso.

Una vida de sacrificios

Cuatro de los hijos de Juana murieron mientras ella y Padilla luchaban por la liberación del continente. En 1816, Padilla también fue capturado en la batalla de La Laguna, para decapitarlo y exhibir su cabeza en una pica. Al saber esto, Juana Azurduy organizó un ataque para recuperar la cabeza de Padilla, lo que volvió a demostrar su proeza y valentía.

Tras el retiro de Belgrano y la toma de mando del General San Martín, el ejército cambió la estrategia y decidió liberar Lima a través de Chile. Permaneciendo en el Alto Perú, Juana se unió a la guerrilla del norte comandada por Miguel Güemes. Según documentos del Complejo de Bibliotecas y Archivo Histórico de Salta, que pueden verse en la página “jóvenes revisionistas, el caudillo salteño incluso ayudó económicamente a la teniente que llevaba un mal pasar.

De acuerdo a un documento subido en la página “Jóvenes Revisionistas”, Miguel Guemes ayudó económicamente a Juana Azurduy.

Tras la muerte de Guemes, Juana volvió a su pueblo natal. Al declararse la independencia de Bolivia el 1ro de abril de 1925, Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante 5 años, pero a pesar de sus peticiones, no pudo hacer que les devolvieran sus bienes y vivió el resto de su vida en la pobreza.

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Estela Bringuer en su libro Juana Azurduy, teniente coronel de las Américas” escribió que la humilde ceremonia de su sepelio, un 25 de Mayo de 1862, costó un solo peso, y que la acompañó nada más que “un niño, una flor y cuatro indios que llevaban un mísero féretro”.

 

Una figura recuperada por el revisionismo histórico

 Juana Azurduy participó en 24 batallas. Por mucho menos se han dedicado a militares europeos innumerables monumentos, honras y obras escritas, pero la historia argentina fue escrita por los políticos e intelectuales de Buenos Aires, quienes rara vez se interesaban por los hechos que no interesaban a las provincias centrales del Río de la Plata y no miraban con buenos ojos a los protagonistas que habían expresado descontento hacia el centralismo porteño.

Fue por eso que a pesar de su importancia para la historia del país, su figura tuvo la misma suerte que la de Guacurarí, Gervasio Artigas o el propio Miguel Güemes, hasta que el revisionismo histórico hizo un trabajo por rescatarlas del olvido al tiempo que volvía a poner sobre la lupa a próceres más controversiales como Julio Roca, Bartolomé Mitre o Domingo Faustino Sarmiento.

Uno de los más sentidos homenajes a Juana Azurduy es la famosa zamba que lleva su nombre, escrita por Félix Luna y Ariel Ramírez. En el 2009, el Poder Ejecutivo Nacional decretó su ascenso post mortem a General de la Nación, mientras que una unidad de infantería que opera en el norte salteño lleva el nombre de “General Juana Azurduy”.

También recibe su nombre la ruta que atraviesa el impenetrable chaqueño y varias escuelas alrededor del país. Además, el ejecutivo nacional acaba de anunciar que la heroína estará adornando junto a Miguel Güemes los nuevos billetes de $200, que además ilustrarán la campaña gaucha.

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