Martín Miguel de Güemes nació un 8 de febrero de 1785 dentro de una familia terrateniente de Salta, pero sus orígenes acomodados no le impidieron reconocer las injusticias que sufrían las clases más carenciadas.
Desde temprana edad Güemes demostró poseer un gran talento para la carrera militar. Se enlistó a la temprana edad de 13 años y defendió su ciudad natal haciendo gala de sus dotes de liderazgo y su capacidad para dirigir las tropas con determinación.
Los talentos de Güemes fueron bien detectados por los miembros del “Fijó”, un pelotón conformado mayormente por veteranos y soldados experimentados que, contrario a lo que sugiere su nombre, viajaba constantemente del sur al norte en el Alto Perú.
En uno de sus viajes de regreso a Buenos Aires los cabecillas del escuadrón observaron los dotes de Güemes y le instigaron para que se uniera a sus filas, lo que para un joven patricio de esa época con aspiraciones militares implicaba una excelente oportunidad de establecer su carrera.
Como parte de los “Fijos”, Güemes ingresó a la ciudad de Buenos Aires en 1805, un año antes de las invasiones inglesas.
Güemes durante las invasiones inglesas
El destino quiso que poco después de su llegada a Buenos Aires se produjeran las primeras invasiones inglesas. A pesar de su corta edad, en esta contienda Güemes demostró a los caudillos porteños que los líderes del norte poseían capacidad de sobra para comandar cuadrillas hacia la batalla.
Entre sus más importantes hazañas se encuentra la toma del Justine, un barco inglés que se encontraba bombardeando la ciudad mientras se acercaba cada vez más cerca de la costa. Por una bajante inesperada del Río de la Plata, el barco quedó varado a metros de tierra firme. Fue Santiago de Liniers quien viendo esto, ordenó a Güemes tomar el navío enemigo.
La orden fue la primera misión militar de Güemes, y él la cumplió con gallardía. Cabalgando al frente de su batallón de gauchos, logró una gesta prácticamente inédita en la historia militar universal, capturando uno de los navíos más poderosos de la época con nada más que un regimiento a caballo.
La defensa de Salta
Después de la Revolución de Mayo en 1810, Güemes fue enviado de vuelta al norte para asistir a la defensa del Alto Perú y evitar que el ejército realista continuara su descenso por la cordillera. Al mando del “ejército de gauchos” y haciendo uso de su conocimiento del terreno, impidió la comunicación entre los contrarrevolucionarios y los realistas españoles que habían tomado el alto Perú.
Poco a poco, el caudillo comenzó a usar sus influencias para formar grupos de gauchos guerreros para la defensa del permanente avance realista. En principio, estos grupos contaron con la aprobación del segundo triunvirato, pero las autoridades porteñas poco a poco fueron mostrando recelo por el liderazgo que demostraba Güemes.
En 1914 Gervasio Artigas conforma la liga de pueblos libres en clara oposición al centralismo porteño. Los líderes de Buenos Aires, temerosos de que Güemes pudiera seguir el mismo camino, fueron dosificando cada vez más los recursos que le enviaba para defender el norte del avance español.
Debido a esto, Güemes y su ejército debieron recurrir a los métodos de guerrilla que hasta ese momento habían utilizado los grupos de resistencia en la zona. Dividiendo su ejército en pequeños pelotones de entre 70 y 100 soldados a caballo, castigaba y agotaba a los campamentos realistas con sus estrategia de ataque y repliegue, que a su vez también servían para hacerse de provisiones y municiones en el mismo acto.
La importancia de Güemes en la liberación de Latinoamérica
La importancia del rol de Güemes en la defensa del norte no puede ser sobreestimada. El alto Perú estuvo en permanente guerra desde 1810 hasta 1823, produciéndose nueve invasiones de las tropas del Rey que debieron ser expulsadas por los gauchos.
Los métodos de guerrilla se volvieron una herramienta eficaz que le permitió a las provincias unidas del Río de la Plata contener el avance realista hasta mucho después de la asunción de Pueyrredón y la llegada de San Martín.
Al reemplazar a Belgrano al mando del ejército del norte, San Martín quedó maravillado por la capacidad de los gauchos de Güemes para defender el norte, juzgándolos más que competentes para detener el avance realista mientras que su ejército tomaba Chile para arremeter su retaguardia desembarcando en Perú.
Puede concluirse, por ello, que sin la presencia y liderazgo de Güemes, la liberación del continente no habría sido posible, ya que sin él, los granaderos de San Martín no habrían podido realizar la campaña a través de la cordillera de Los Andes y se habría visto obligado a seguir los pasos de Belgrano, forzando una lucha de trincheras y cuarteles en el norte hasta que con el tiempo alguno de los bandos se viera obligado a retroceder por falta de moral o recursos.
Décadas después, los métodos de Güemes, que en esa época recibía el nombre de “guerra de recursos” y posteriormente sería conocido como “guerra de guerrillas”, sería estudiado en las academias europeas”.
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