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Martes 23 de abril de 2024
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De Viviana Canosa al impacto de los discursos de odio: ¿qué rol cumplen los periodistas en la reproducción de la discriminación y la violencia mediática?

La reproducción de los discursos de odio muchas veces es defendida a través de argumentos como la libertad de expresión o la preferencia de las audiencias, sin embargo, puede tener graves consecuencias promoviendo hechos de violencia en el espacio público

La reproducción de los discursos de odio muchas veces es defendida a través de argumentos como la libertad de expresión o la preferencia de las audiencias, sin embargo, puede tener graves consecuencias promoviendo hechos de violencia en el espacio público

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Este mes, la conductora televisiva Viviana Canosa ha dejado su programa que conduce en A24 “Viviana con Vos”, cerrando así el ciclo de que, desde el 2021, fue uno de los más controversiales de la televisión argentina, caracterizado por reproducir discursos de violencia a su audiencia.

Durante su año y medio al aire, el programa fue extremando su posición y, dejando de lado las sutilezas, pasó a reproducir insultos y expresiones estigmatizantes hacia grupos vulnerables, como el colectivo feminista, comunidades mapuches, docentes, poblaciones migrantes y beneficiarios de planes sociales. Su conductora incluso está imputada de causar la muerte de un menor al promover el consumo de dióxido de cloro.

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El programa de Viviana Canosa llevó a distintos expertos a repensar el límite entre la libertad de expresión y la responsabilidad de los comunicadores que reproducen en los medios de comunicación discursos de odio que posteriormente pueden impactar negativamente en hechos de violencia en el ámbito público.

La grieta y la violencia

En la última década hemos sido testigos de un incremento en la reproducción de las estigmatizaciones, insultos y discursos de odio en tanto en los medios como en los espacios políticos, que viene aparejado a un ensanchamiento de la famosa “grieta”.

Si bien no es posible decir con precisión qué vino primero, si la grieta política o la violencia mediática, pero lo cierto es que la retroalimentación de ambos tiene repercusiones negativas en el espacio público.

Este año la defensoría del público observó un aumento de denuncias y reclamos por discursos discriminatorios reproducidos en la televisión. De recibir aproximadamente 1600 reclamos al año, este año recibió más de 700 solo hasta el mes de marzo, repudiando declaraciones de personalidades mediáticas como Viviana Canosa y Carmen Barbieri o hasta de figuras políticas como Amalia Granata

 

Esta tendencia también se registra en las redes. El “Observatorio Web” desde hace años viene monitoreando distintas redes sociales para identificar discursos de odio y analizar la forma en que se instalan y circulan a través de internet y trabajan con empresas del sector, como Cometa, Twitter, Google, Tik Tok y Mercado Libre para desarrollar políticas que inhiban la reproducción de éstos discursos.

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En diálogo con NEA HOY, su director Ariel Seidler menciona que no solo están observando desde hace ya algún tiempo un incremento en los discursos de odio en las grandes plataformas mencionadas, sino también una migración de esos discursos a otras plataformas más pequeñas con menores políticas de moderación.

Además, observa que “se ve cada vez más fuerte que se comparte esta información en nichos o en grupos que pregonan estas ideas y hay una retroalimentación entre grupos que piensan de la misma forma y se comparte contenido que en otras plataformas no estaría permitido”. La presencia y actividad de éstos grupos, según explica Seidler, hace que cada vez que un tema aparezca en los medios de comunicación, muy fácilmente escale el nivel de violencia. 

Generando rating

Una defensa común de los medios de comunicación cada vez que se los culpa de reproducir discursos de odio es asumir que son las audiencias las que prefieren los programas con los discursos más extremos, cambiando de canal o de dial cuando el programa se vuelve moderado.

De la misma manera se está observando este fenómeno en el espacio político, donde se observa cada vez más referentes extremar sus discursos para interpelar al ciudadano desde su odio y descontento.

Para Seidler la relación no es tan lineal, y existe en cambio una retroalimentación entre la audiencia y el medio o figura pública. “Los medios, muchas veces viendo que estos discursos de odio generan seguidores, interés y movimiento, empiezan a abordar temas fuertes o permitir ese tipo de expresiones estigmatizantes”, explica, “y a su vez, muchas cosas que se ven o se dicen en los medios tradicionales generan un traspaso a las redes”.

Sin embargo, el director del Observatorio Web aclara que la búsqueda del rating no puede ser una excusa de los medios para desligarse de su responsabilidad a la hora de reproducir discursos de odio.

Todo lo que se transmite en un medio o se publica en una plataforma es responsabilidad del dueño del medio”, opina, “el conseguir rating o no me parece que no justifica reproducir cualquier tipo de contenido, cualquier persona o comunicador tiene una responsabilidad sobre lo que se transmite a su audiencia, ya sea un canal de televisión o un influencer transmitiendo en vivo”.

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Cuando del odio se pasa a los hechos

Durante su campaña electoral, Jair Bolsonaro se cansó de reproducir expresiones de odio y estigmatizantes contra la comunidad LGBT. El día en que asumió la presidencia, en distintas partes del país se produjeron hechos de violencia y hasta asesinatos a miembros de ésta comunidad, en la que los perpetuadores reproducían las mismas palabras que había utilizado su flamante presidente.

En Argentina, miembros de comunidades mapuches, los migrantes paraguayos y bolivianos y beneficiarios de planes sociales dicen recibir cada vez más insultos y atropellos mientras en diarios, radios y programas de televisión se los tilda de “vagos”, “ladrones” o hasta “terroristas

Las grandes tragedias de la humanidad empezaron con palabras”, recuerda Seidler, “cuando estos discursos son aceptados y reproducidos por funcionarios de gobiernos o la justicia no actúa, genera una sensación de impunidad en la persona que se retroalimenta en estos discursos, y puede traspasar lo que es un insulto en redes sociales a una violencia física”.

Si bien los insultos y palabras estigmatizantes ya existen en las calles, es su reproducción en los medios de comunicación o su apropiación por parte de referentes mediáticos o políticos la que naturaliza y masifica, brindando un nuevo manto de legitimidad a quienes la utilizan.

Y lo que estamos viendo con preocupación ahora es que esto no pasa solamente en aquellas personas que se retroalimentan en estos discursos de odio, sino que además los medios están cada vez más permeables a éstos discursos y no los moderan y también hay funcionarios de gobierno que también lo pregonan, y esto genera también más sensación de impunidad para quien los comete”, concluye Seidler.

 

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