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Jueves 25 de abril de 2024
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Elecciones en Brasil: ¿qué país dejará Jair Bolsonaro el próximo 2 de octubre?

Llegando al final de su gestión, Bolsonaro deja un país muy distinto a la economía pujante y en desarrollo que heredó. El domingo los brasileros eligirán un nuevo presidente, y quien asuma deberá revertir muchas de los resultados de las políticas bolsonaristas.

Llegando al final de su gestión, Bolsonaro deja un país muy distinto a la economía pujante y en desarrollo que heredó. El domingo los brasileros eligirán un nuevo presidente, y quien asuma deberá revertir muchas de los resultados de las políticas bolsonaristas.

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A pocos días de las elecciones presidenciales en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro está observando los resultados de las políticas de su gestión. Permanece segundo en las encuestas, muy por debajo de su adversario, el expresidente Ignacio Lula da Silva, y todo indicaría que no llegará al segundo mandato.

Pero quien sea que asuma la gestión del país en el 2023 tendrá una labor complicada. Después de todo, el rechazo al actual mandatario se debe a una serie de recortes y desatinos en la economía, la ecología y la política internacional que el nuevo presidente deberá revertir.

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Planes sociales

Un paralelismo que pudo observarse entre el gobierno de Bolsonaro y el de Mauricio Macri en Argentina es que ambos llegaron al poder con promesas de reformas liberales en la economía y reducción de los planes sociales para bajar el gasto público. Sin embargo, ambos gobernantes terminaron aumentando los planes sociales por la pobreza que terminaron generando esas reformas liberales.

Es el ejemplo de las “Bolsas Familiares”, una asistencia implementada durante el gobierno de Lula Da Silva como instrumento para luchar contra la pobreza. Bolsonaro desmontó este programa, para luego volver a implementar lo mismo bajo el nombre “Auxilio Brasil”.

Hoy, el Auxilio Brasil es la principal fuente de ingreso para más de 20 millones de familias. El monto, que a comienzos del gobierno de Bolsonaro era de 224 reales, ha subido después de la pandemia a 400 reales (77 dólares al cambio actual), y gracias a una maniobra legislativa del presidente se derivaron 7500 millones de dólares para aumentar este monto a 600 reales (114 dólares), con la esperanza de que la gente lo vote.

Sin embargo, la medida no parece tener el efecto esperado. Si bien el desempleo bajó estos últimos meses, alcanzó un récord histórico de 14,6 por ciento durante el 2021, y muchos de los que cobran el Auxilio Brasil todavía recuerdan las épocas de gobierno de Lula Da Silva, cuando el desempleo oscilaba entre el 4 y el 7 por ciento.

Cultura: de la guerra santa al negacionismo 

Las diversas y coloridas expresiones culturales que caracterizan a Brasil tuvieron un apagón durante la gestión de Bolsonaro. El Presidente consideró que el sector artístico estaba dominado por ideologías de izquierda e inició una “guerra santa” para imponer una visión conservadora y negacionista que pusiera el foco en valores coloniales.

Para lograrlo, en primera medida subrogó al Ministerio de Cultura al estatus de Secretaría, reduciendo su presupuesto, y pasó a rotar entre los ministerios de Ciudadanía y Turismo. Seis secretarios llegaron a presidir este órgano, cada uno protagonizando un escándalo distinto que provocó su remoción, desde realizar declaraciones apologéticos del período esclavista hasta pronunciar discursos nazis acompañados por la Marcha de las Valquirias de Wagner.

De acuerdo a una investigación hecha por el Movimiento Brasileño Integrado por la Libertad de Expresión Artística, entre el 2019 y el 2022 hubo al menos 211 casos de censura, desmonte institucional del sector y “autoritarismo contra la cultura”. Quienes sufrieron la mayor censura fueron los artistas cuyos trabajos trataran temas relacionados con la dictadura militar o la diversidad sexual.

Cuando se lo cuestionaba, Bolsonaro respondía que no se trataba de censura, sino de políticas de preservación de los valores cristianos. Mientras tanto, el diario Folha de S. Paulo observaba un entramado de artistas que eran beneficiados con fondos públicos por sus relaciones con el poder político.

Política exterior: el camino a convertir a Brasil en un paria internacional

Durante los gobiernos de Fernando Henrique Cardozo y de Ignacio Lula Da Silva, la política exterior fue manejada con diplomacia. Fruto de esto, Bolsonaro heredó un Brasil abierto al mundo, visto como un horizonte para los países emergentes y a un paso de entrar en el club de las primeras economías del mundo. 

Bolsonaro, sin embargo, revirtió gran parte de este progreso con una política exterior que generó muchas tensiones internacionales evitables. Víctima de su verborragia, en sus primeros meses de mandato el presidente de Brasil celebró en Facebook una publicación que decía que su esposa, Michelle Bolsonaro, era más bella que Brigitte Macron, primera dama de Francia.

En paralelo, el mandatario brasileño inmediatamente se transformó en el incondicional aliado de Trump en Latinoamérica, celebrándolo y acompañándolo en sus constantes insultos hacia China, principal socio comercial de Brasil desde el 2004. Un ejemplo concreto ocurrió cuando su hijo, Eduardo Bolsonaro, culpabilizó al país oriental por la pandemia, lo que derivó en insultos entre él y la embajada china en Brasil.

El ex presidente de EE.UU., Donald Trump y Jair Bolsonaro.
Donald Trump fue el principal aliado político de la gestión de Jair Bolsonaro.

No contento con poner en riesgo el BRICS, Bolsonaro también avanzó sobre las relaciones diplomáticas que se habían construido dentro de América Latina, poniendo en riesgo las relaciones con Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Argentina por razones ideológicas.

Los resultados de su desinterés por la política internacional se observaron en la reunión del G20 celebrada en octubre del año pasado, donde ninguno de los principales líderes mundiales evitaron mostrar cualquier tipo de acercamiento al presidente brasileño. En todo el evento, su comitiva solo pudo conseguirle una entrevista con el presidente de Turquía Recep Erdogan y unos gestos diplomáticos de Alberto Fernández, a quien él mismo había insultado hace unos días. 

 

El presidente Bolsonaro parece estar dispuesto a terminar su gestión como comenzó. La semana pasada recibió críticas por parte de la prensa inglesa por utilizar el funeral de Isabel II para hacer campaña. Después, el mandatario viajó a Nueva York a la Asamblea General de la ONU, donde solo se dignaron a entrevistarse con él los presidentes de Polonia y Ecuador. 

Ambiente

Las políticas ambientales de Bolsonaro fueron las más criticadas a nivel internacional, concretamente lo que concierne a la reducción de la deforestación y vigilancia de incendios del Amazonas. Desde que asumió, el Presidente adoptó políticas que han llevado a Brasil de ser un actor central en el régimen internacional de cambio climático, a un paria rechazado por las principales fuentes de financiamiento.

Lo primero que hizo fue desmantelar agencias como IBAMA, que trabajaban en el control climático y monitoreo de actividades ilegales de impacto ecológico, como la pesca y caza ilegal y los incendios agrícolas. 

Según un informe del Instituto Socioambiental basado en datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), en el 2020 la tasa de deforestación fue la más alta en 12 años. En total, la actividad subió un 56% en los años de Bolsonaro. Fruto de esto, se estima que la temperatura media de la selva amazonia aumentará 2°C en los próximos años, por encima del 1,5° establecido por el Acuerdo de París.

Amazonia, el pulmón de Brasil y Latinoamérica, sufre la deforestación.
En el 2020 la tasa de deforestación en el Amazonas fue la más alta en 12 años.

Con ello, la tendencia es que al menos 150 días al año haya temperaturas superiores a 35°C en la región, lo que contribuye a aumentar la velocidad de propagación de incendios forestales en la región.

Mientras que durante la pandemia las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron un 7% en el mundo, en Brasil se observó un aumento de las emisiones hasta un 9.5%. 

En 2021, un estudio dirigido por la investigadora Luciana Gatti señala que la degradación de las políticas medioambientales en Brasil ha provocado que la Amazonia emite más carbono del que absorbe.

A pesar de los estudios y el consenso científico a nivel mundial, Bolsonaro tiene una posición directamente negacionista del cambio climático, muchas veces abonando una perspectiva paranoica de que toda la teoría se basa en controlar la competitividad de la producción agrícola brasileña

Esto llevó a que en diciembre del año pasado los países que financian el Fondo Amazonia decidieran congelar los recursos destinados a financiar proyectos de ayuda a la preservación de los bosques y combate de la deforestación.

Para recuperar esta ayuda, Brasil deberá demostrar un modelo de gobernanza aceptable, un plan de reducción de la deforestación y presentar resultados concretos en el combate de la misma.

 

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