Caminos de Tiza es un proyecto pedagógico itinerante que desde hace 5 años recorre distintos pueblos y aldeas de Misiones articulando con instituciones educativas y trabajando con chicos que tengan problemas para reinsertarse en sus escuelas.
El proyecto es llevado adelante mayormente por tres voluntarios, la profesora de educación especial Yanina Rosi, el animador y veterano de Malvinas Raúl Saucedo y Julio Manuel Pereyra, educador comunitario, que a través de la articulación con las escuelas, la realización de propuestas lúdicas, el seguimiento de los chicos y acompañamiento a los padres, trabajan en 14 comunidades de la provincia para asegurar la continuidad educativa de niños y niñas en edad escolar.
En diálogo con NEA HOY, Pereyra comenta que el proyecto comenzó hace 8 años, cuando vio a chicos analfabetos y sin escolaridad en Paso de los Libres, provincia de Corrientes, trabajando y comiendo de las sobras o lo que podían encontrar de la basura.
Fue eso lo que le hizo reflexionar que, aunque en Argentina existen muchas propuestas solidarias para asistir a las personas con más necesidades, hacen falta opciones educativas que aseguren el desarrollo de los chicos en edad escolar.
Hoy, Caminos de Tiza tiene presencia en 14 comunidades de la provincia de Misiones que van desde Yacutinga hasta San Antonio. A partir del esfuerzo de los colaboradores y voluntarios, la realización de propuestas lúdicas, el seguimiento de los chicos y acompañamiento a los padres, persiguen el objetivo de asegurar la continuidad educativa la continuidad educativa de los niños y niñas.
Pedagogía de la emergencia
Caminos de Tiza maneja una propuesta diferente. A partir de adaptaciones pedagógicas, trabaja con todos aquellos niños y niñas que tengan dificultades con los métodos de aprendizaje tradicionales y necesiten de una atención y didácticas especial hasta lograr su inserción en la escuela.
Pero el trabajo no termina en la inserción. Según cuenta Pereyra, “un sistema de apadrinamiento es a través de que presente las libretas, que no tengan faltas en la escuela, que tenga las vacunas al día, que vayan a los controles médicos que se le consigue y se le tramita”. Además, “hay un seguimiento para evitar que, si se logra la reinserción, que siga yendo a la escuela después de periodos de ausencia como se da entre diciembre y marzo”.
Caminos de Tiza trabaja una pedagogía de la emergencia. Aprovecha las actividades y espacios que generan para trabajar, con didácticas participativas, contenidos fuera de la currícula que respondan a necesidades locales de la comunidad periurbana o rural en la que estén trabajando.
Así, mientras que en las clases se desarrollan contenidos de las cuatro materias básicas, Lengua, Matemática, Ciencias Sociales y Naturales, y se dictan materiales en consonancia con las políticas nacionales de Alfabetización y Educación Sexual Integral, también se abordan distintos contenidos propios de lo que los niños y la comunidad viven día a día.
“Además de trabajar educación sexual integral y alfabetización, trabajamos trata de personas, prevención de incendios, prevención de accidentes con animales ponzoñosos, todo lo que tiene que ver con la hura y el pique, la pediculosis, potabilización del agua cuando hay alertas hídricas, como evitar los shocks térmicos cuando hay altas temperaturas, tenencia responsable de mascotas”, explica Pereyra.
La articulación con la sociedad
Quienes llevan adelante Caminos de Tiza lo hacen de manera voluntaria, intercalando sus trabajos con el tiempo que dedican al proyecto. Además, todo lo que pueden gestionar desde el proyecto lo hacen para asegurar la continuidad de los chicos en el proceso de aprendizaje. Eso incluye la articulación con distintas asociaciones para la obtención de becas y ayudas alimentarias para que los chicos puedan seguir en la escuela.
“La asociación de clubes argentinos de servicios nos construyó la escuela en la selva, en Cauí Porá, la Asociación de Padrinos de Escuelas Rurales los tiene becados a muchos chicos con becas de apoyo económico y alimantario”, explicó el educador, “después desarrollamos un sistema de apadrinamiento con otros chicos que reciben también apoyo alimentario a través de becas”.
El proyecto Caminos de Tiza recibió distintos reconocimientos a nivel mundial, como por ejemplo el Global Teacher Awards, un premio que se le otorga a un educador innovador y comprometido. Estos reconocimientos le dan a los voluntarios la oportunidad de trabajar más allá de lo pedagógico y servir como nexo entre distintos actores de la sociedad para realizar proyectos con el objetivo de realizar los cambios necesarios que lleven a cubrir las necesidades de las comunidades en las que trabajan.
“Después particulares, a través de lo que compartimos en las redes, nos donan para los chicos material didáctico, ortopédico, después otros proyectos como perforaciones o la construcción de los baños en las aldeas los desarrollamos como proyectos de responsabilidad social empresarial, entonces con eso hemos generado escuelas, perforaciones, huertas”.
“Pero no recibimos nada, siempre va a través de nosotros”, aclara Pereyra para remarcar el caracter voluntario del trabajo en Caminos de Tiza, “directamente generamos el vínculo entre las comunidades, ya sea aldea, barrio o paraje, con quienes hacen los aportes”.
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