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Viernes 29 de marzo de 2024
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La emotiva historia del formoseño que trabaja en la Antártida y se fotografió con el Presidente

El joven es oriundo de la capital formoseña. Se formó en la Escuela Provincial de Educación Técnica N° 07 "Vicente Arcadio Salemi” y luego cursó en el Instituto Politécnico de Formosa. En entrevista con NEA HOY, cuenta cómo cambió su vida con la oportunidad de viajar a la Antártida y cómo fue su encuentro con Alberto Fernández.

El joven es oriundo de la capital formoseña. Se formó en la Escuela Provincial de Educación Técnica N° 07 "Vicente Arcadio Salemi” y luego cursó en el Instituto Politécnico de Formosa. En entrevista con NEA HOY, cuenta cómo cambió su vida con la oportunidad de viajar a la Antártida y cómo fue su encuentro con Alberto Fernández.

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Facundo Adrián Penayo tiene tiene 24 años y su sueño de viajar a la Antártida para volcar sus conocimientos en la base Marambio nació dos años atrás. La oportunidad la conoció a través de redes sociales por medio de una persona cercana, y decidió anotarse. Cuando se enteró que fue seleccionado, dejó a sus padres y su hermano en Formosa para embarcarse en una auténtica aventura.

Su vida inició y se desarrolló, hasta su viaje al continente blanco, en la ciudad de Formosa, capital de la provincia. En una entrevista exclusiva con NEA HOY, el joven resaltó que la experiencia de vivir y trabajar en la Antártida es “única” y reconoció que “son pocos los que llegan a experimentarla”. Sin embargo, aseguró que el proyecto “no está fuera del alcance de quienes se propongan vivirlo”.

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Facundo Penayo luego de su llegada a la Antártida.

NH: ¿Cómo fue tu vida en Formosa hasta que tuviste la oportunidad de viajar a la Antártida y cómo se dio el cambio?

Facundo Penayo: Básicamente vivo y soy de la capital de Formosa. Siempre viví ahí y desde pequeño me llamó la atención lo que tiene que ver con las ciencias; cómo funciona el mundo, el universo, y eso fue guiando mi elección. 

Fui a la Escuela Provincial de Educación Técnica N° 07 “Vicente Arcadio Salemi”, con la orientación que elegí que era Tecnicatura en Informática Profesional y Personal. Egresé, hice prácticas profesionalizantes y el año siguiente, cuando estaba viendo que estudiar en el terciario, me apareció la oportunidad, por medio de Facebook, de participar de una convocatoria del Instituto Politécnico de Formosa. 

Viendo que podría cursar la Tecnicatura de Mecatrónica, me llamó la atención, me inscribí, cursé tres años y ni bien terminé el propio Instituto me convocó para poder trabajar con ellos en un pequeño grupo de desarrollo de proyectos para la provincia. 

NH: ¿Cuáles fueron los conocimientos que recibiste en ese tiempo?

Facundo Penayo: Trabajé dos años, hicimos varios desarrollos, como por ejemplo una Central Meteorológica casera. Debía ser de bajo costo pero de buena fiabilidad, porque la idea era hacer una red de centrales meteorológicas en la provincia, a fin de poder tomar datos del tiempo más precisos y hacer, con eso, un pronóstico más preciso a futuro.

Tuvimos otro proyecto, cuando nos llegó la pandemia. Construimos un sanitizador automático, que consistía en un sistema de control que iba a ser para los locales públicos o comerciales que requerían conteo de gente, como el banco, los supermercados, los hospitales, entre otros. Al entrar las personas verificaba con reconocimiento de imagen si es que tenían puesto el barbijo y para pasar, forzaba a la persona a aplicarse alcohol en gel. Además, realizaba un conteo de personas para saber cuántas estaban dentro del establecimiento y no superar el máximo de personas.

También, me habían llamado del Ministerio de Cultura y Educación, en la parte de Educación Técnica, porque necesitaban, en la parte de tecnicaturas públicas, un docente que supiera sobre Informática y Mecánica. Como yo tenía esos conocimientos, comencé a trabajar con ellos y, uno de esos días, una compañera de trabajo encontró la convocatoria en Facebook; me envió y supe que era una convocatoria anual para renovar personal en la Antártida, ya que quedarse mucho más tiempo puede ser perjudicial.

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Por mi parte, se la envié también a personas conocidas y luego consideré la oferta: envié mi currículum y fui seleccionado en la primera etapa, luego de realizar un examen teórico, psicológico y psicofísico.

Pabellón científico de la Base Marambio, en la Antártida, donde trabaja actualmente Facundo Penayo.

NH: ¿Cuánto tiempo pasó desde que te inscribiste a la convocatoria y te seleccionaron?

Facundo Penayo: Pasó casi un año desde el comienzo de la convocatoria, en marzo, y a finales de marzo del año siguiente me seleccionaron, pero recién a mediados de noviembre, del año pasado, me aseguraron que pasé las tres etapas.

“Uno vive acá en constante encierro, somos pocas personas y experimentamos un clima extremo, muy lejos de lo que estamos acostumbrados”

NH: ¿Recordás la fecha en que llegaste a la Antártida?

Facundo Penayo: Recuerdo que salí el 3 de enero desde Palermo, Buenos Aires, hasta Río Gallegos. Llegamos a la madrugada y esa misma mañana, cerca del mediodía, hicimos cruce a la Antártida. Es decir, llegué el 4 de enero de este año.

NH: ¿Cómo afecta vivir en una de las regiones más heladas del mundo?

Facundo Penayo: Literalmente es pasar de un extremo a otro: 50 grados de calor a menos 40. Algunos me dijeron que estaba loco por salir del tremendo calor y e ir al tremendo frío, pero me sirvió, en parte, las capacitaciones que tuvimos que hacer antes de venir, porque se hicieron en Buenos Aires y las temperaturas son un poco más bajas a lo que estamos acostumbrados en Formosa.

Me fui ambientando de a poco a algunos grados menos y después del cambio, en el traspaso a Río Gallegos y de ahí a la Antártida fue un choque. Si bien, uno se abriga, la primera vez que bajé y sentí el viento frío, pareció como que me quemara la piel porque no estaba acostumbrado a ese nivel de frío. Después, con la calefacción de la base, que se encuentra entre los 20 y 25 grados, se amortigua esa sensación.

NH: ¿Que pasó por tu cabeza cuando te encontraste en el continente blanco? 

Facundo Penayo: Personalmente soy muy ansioso, por lo que no quería que los nervios me pueden encontrar y me dedicaba a muchas actividades; a los trámites, las capacitaciones y, además, seguía con mis dos trabajos en Formosa, por vía remota. 

En el último tiempo, antes de venir acá, hubo una gran movida, yendo de aquí para allá, no quedándome quieto, cosa de no ponerme a pensar mucho en el viaje que iba a realizar, y me cayó la ficha cuando estaba en el avión

Pensé “comienza la aventura”, lo tomé bastante bien aunque estuve muy ansioso pensando cómo será, con quién me iba a encontrar, cómo iba a ser el choque térmico, entre otras cosas, ya que una cosa es lo que nos cuenta y otra diferente es la experiencia personal de cada uno.

“No creo que hacer la experiencia en la Antártida esté fuera del alcance de alguien más que se proponga esta meta”

Facundo y su equipo de trabajo, en la Base Marambio.

NH: ¿Cómo fue la visita del Presidente Alberto Fernández?

Facundo Penayo: De entrada, vale mencionar que es un hecho histórico que el Presidente haya llegado a la Antártida, ya que habían pasado 20 años de la última visita presidencial. Fue un gesto muy lindo de su parte y creo que los próximos presidentes deberían replicar esta práctica, porque es un suelo que es parte de nuestro país y nuestro patrimonio.

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Además de poder compartir con nosotros, de ver la situación en que vivimos, de ver cómo está la base, su visita fue muy corta por obstáculos meteorológicos. Marambio lo que tiene es que está en la meseta de una isla donde se suele juntar mucha nubosidad, suele nevar y producirse climas contraproducentes para los vuelos, porque tapan toda la visibilidad.

Si bien el Presidente pudo aterrizar con sus acompañantes, a la hora del brindis empezó a nevar, a nublarse y, para poder volver de modo seguro, tuvieron que volver antes de lo pensado. 

Él llegó, tuvo un paseo, desayunó en Marambio, dio su discurso, hizo un brindis y, luego, cuando iba a recorrer la base y, en ella, el laboratorio en el que trabajo, tuvieron que suspender la actividad para volver.

NH: Se había viralizado una foto que te tomaron con él…

Facundo Penayo: Sí, al bajar del avión, el Presidente se juntó con cada uno de los grupos de la parte militar que están separados de la parte civil. Somos dos grupos importantes: el del Servicio Meteorológico Nacional y los de la Dirección Nacional del Antártico. Yo estoy en esta última y con mi grupo fue la foto que luego subieron a la cuenta de Instagram presidencial.

“En la parte de la ciencia, los argentinos también somos bastante hábiles, muy buenos”

Facundo Penayo sostiene que la experiencia de viajar a la Antártida no está lejos de cualquier persona que se lo proponga como una meta.

NH: ¿Qué vínculos te siguen uniendo con Formosa?

Facundo Penayo: En lo que respecta al Instituto Politécnico, tuve que dirimir del contrato que tenía en buenos términos, pero seguimos en contacto y continúan consultándome cómo van las cosas acá. Tenemos muy buena relación y, cuando vuelva, me aseguraron que las puertas estarán abiertas.

En cuanto al Ministerio de Educación, el equipo de técnica es un grupo muy bondadoso, es como una familia, y se emocionaron mucho cuando quedé seleccionado para viajar a la Antártida. Cada tanto realizo teletrabajo para ellos, pero tengo una licencia, de modo que, cuando vuelva, pueda renovar mi trabajo.

En cuanto a mi familia y amigos, siempre están a las expectativas y nos comunicamos a través de videollamadas. Están siempre pendiente a mis estados de redes sociales, donde suelo subir cosas día a día. Me favorece mucho el internet de acá, porque me permite tener un contacto más cercano con el continente.

Diría que venir a trabajar acá está muy bueno, es una experiencia única que uno puede decir que son pocos los que llegamos a experimentar esto. 

Sabemos que somos una parte importante en los estudios científicos que se están realizando y vemos que, en la parte de la ciencia, los argentinos también somos bastante hábiles, muy buenos.

Es decir, ver que todos estos experimentos que se están realizando acá, que se miden día a día y que después, con la información, se puede analizar la evolución de nuestro territorio, te permite entender que lo que estamos haciendo ayuda a muchas personas y nos guía hacia un futuro mejor. A nivel personal, es un orgullo participar de esto.

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