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Viernes 29 de marzo de 2024
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¿Cuáles son los riesgos y el impacto en salarios de una dolarización en Argentina?

La política que defienden Milei y Bullrich además de no solucionar problemas ni de inflación ni de déficit, desplomaría de la noche a la mañana los salarios a una décima de su valor actual.

La política que defienden Milei y Bullrich además de no solucionar problemas ni de inflación ni de déficit, desplomaría de la noche a la mañana los salarios a una décima de su valor actual.

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La cabeza política de la dolarización en Argentina son quienes hoy se presentan como precandidatos presidenciales, Javier Milei y Patricia Bullrich, mientras que desde lo “teórico” la continúan defendiendo economistas como Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky (ambos de UCEMA), aunque muchos analistas hoy ya descartan la iniciativa que otrora respaldaron por un simple hecho: no hay reservas para realizar la conversión.

El traspaso de la base monetaria con el actual nivel de divisas en las arcas del Banco Central implicaría llevar el tipo de cambio, de mínima, a 2.280 pesos por divisa. Sin embargo, si se toma en cuenta deudas indexadas y otros activos nominados en moneda local, la conversión podría llegar a hacerse en casi 10.000 pesos. 

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Solo tomando en cuenta el “piso” de 2.280 pesos por dólar, el salario medio se reduciría a una décima parte, pasando de un promedio de entre 360 y 450 dólares actuales (para ingreso medio de 80.000 y 100.000) a un rango entre 34 y 43 dólares.

La experiencia más cercana que hubo de una dolarización en Argentina como la que detentan Panamá, El Salvador, Ecuador, Montenegro, Palaus, Kosovo, Islas Marshall, Estados Federados de Micronesia y Timor Oriental fue la convertibilidad (en el menemismo).

El sistema de atar el tipo de cambio a una paridad de “uno a uno” con el dólar tuvo graves efectos sobre el nivel de actividad, con inestabilidad financiera del sector externo y altos niveles de endeudamiento para mantener la convertibilidad. También modificó la estructura de precios relativos y el funcionamiento del sistema bancario.

“Tanto la convertibilidad en Argentina como la dolarización en Ecuador van más allá, al establecer rígidas políticas monetarias en un caso, y renunciar a emitir la propia moneda, en el segundo. Los efectos económicos de estos regímenes de “hard peg” (ancla inflacionaria) no se limitan al ámbito de la inflación, sino que tienen importantes consecuencias sobre el funcionamiento de la economía en el mediano y largo plazo, señala un documento de la Cepal que analiza cuáles fueron los efectos de la convertibilidad en Argentina.

La convertibilidad y la dolarización se diferencian de otros regímenes de tipo de cambio fijo al imponer reglas rígidas a la emisión monetaria.

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Con la convertibilidad, la base monetaria no puede superar el monto de las reservas internacionales (al tipo de cambio establecido por una ley). En el caso de la dolarización, se prohíbe directamente la emisión de la moneda nacional.

Si bien la dolarización no le quita al Banco Central su responsabilidad de reglamentar al sistema bancario, limita los instrumentos con que dispone.

De hecho, la liquidez de la economía pasa a depender, esencialmente, de la entrada de divisas.

Más allá de los problemas que, desde lo teórico se puedan plantear, el primero y principal es  la cantidad de reservas internacionales con las que inicialmente se dispone define los primeros pasos. Esto define “cuántos dólares se necesita para dolarizar” o “a qué tipo de cambio se adoptaría la dolarización”. 

Ambas formas están ligadas entre sí: a mayor cantidad de reservas internacionales, menor es el tipo de cambio de conversión. “En el extremo, podría dolarizarse sin tener prácticamente dólares, pero los pesos en circulación deberían canjearse a un tipo de cambio elevado en exceso, reduciendo así el poder de compra de los contratos en pesos y los ingresos de buena parte de la población, señala Fundar.

“Sólo tomando en cuenta el ‘piso’ de 2.280 pesos por dólar, el salario medio se reduciría a una décima parte”

Dado que la dolarización en Argentina implica reemplazar los billetes y monedas en circulación y redenominar los contratos de la economía, es preciso realizar dos operaciones: un canje “físico” de pesos por dólares  y un reemplazo de asientos contables

El tipo de cambio para ese canje resulta de dividir la base monetaria por las reservas de libre disponibilidad en poder del Banco Central. Por ejemplo, si la cantidad total de dinero de una economía es 10.000 pesos –pero solo 2.000 pesos existen en la forma de billetes y monedas– y el Banco Central tiene 200 dólares plausibles de ser canjeados, la dolarización puede arrancar con un tipo de cambio de 10 pesos por dólar.

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A marzo de 2023, las reservas netas del BCRA eran cerca de 2300 millones de dólares. Con eso, si se quisiera reemplazar únicamente la base monetaria (5,2 billones de pesos),  el tipo de cambio de conversión sería alrededor de 2.280 pesos por dólar. Sin embargo, los depósitos de la sociedad argentina tienen como contrapartida los pasivos remunerados del Banco Central. 

Entonces, si además de la base monetaria se quisiera convertir estos pasivos (11 billones de pesos), el tipo de cambio de conversión ascendería a aproximadamente 7070 pesos por dólar.

La experiencia es que, además del cimbronazo inicial, los efectos de mediano y largo plazo tampoco son los más buscados. Ni la dolarización en Argentina ni un régimen de tipo de cambio fijo eliminan la posibilidad de incurrir en déficits fiscales y en procesos de endeudamiento insostenibles.

La lista completa de países que tienen al dólar como moneda es la siguiente: Panamá, El Salvador, Ecuador, Montenegro, Palaus, Kosovo, Islas Marshall, Estados Federados de Micronesia y Timor Oriental. Se trata de Estados de poca extensión territorial y baja población, algunos no del todo soberanos. A su vez, no aparece ninguna economía avanzada o de gravitación en la economía global.

La cabeza política de la dolarización en Argentina son quienes hoy se presentan como precandidatos presidenciales, Javier Milei y Patricia Bullrich.

Las condiciones iniciales para una dolarización en Argentina no son muy diferentes a las necesarias para encarar un proceso de reconstrucción de la moneda propia. En ese sentido, ¿por qué se elegiría el camino que limita las posibilidades de desarrollo?, interroga el documento de la fundación Fundar. 

Existen en la región experiencias positivas de generar un marco de políticas contracíclicas sin eliminar la moneda nacional.

Fuente: El Destape

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