Casi 20 años atrás, a Virginia Pérez, una maestra correntina de apoyo a la integración, se le ocurrió un novedoso método para lograr que una de sus estudiantes con discapacidad visual aprendiera a leer el sistema braille, poco antes de ingresar a la escuela primaria. Pensó en un muñeco y lo materializó, dándole el nombre de “Braillina”, en honor a la niña.
En el Día Internacional del Libro, la docente, que enseñó y permitió que muchos niños ciegos o con discapacidad visual pudieran leer braille, dialogó con NEA HOY y contó su experiencia de cómo vio llegar su creación a distintos sitios del mundo; como Europa, Australia, países de América, entre otros.
Virginia tiene 59 años, está jubilada desde hace 6 años y hasta el día de hoy realiza muñecos Brailín a pedido, para enviarlos a distintos sitios del país y el mundo.
“Siempre fui de aplicar, para la enseñanza, algún sistema entretenido, le buscaba la forma con juegos para llamar la atención”, contesta al respecto de cómo surgió la idea de crear un muñeco que enseñara el braille.
Contó que a los compañeros de su primera estudiante con discapacidad visual, que tenía el mismo nombre que ella, les causó curiosidad y enseguida se interesaron por aprender también ellos.
“Pienso que para enseñar braille a un niño ciego es importante hacerlo a través del juego”
“La primera muñeca tenía aspectos de niña porque representaba a Virginia. Era una muñeca de cartón, que tenía el cuerpo de una caja de leche en polvo”, comenta la docente y agrega que “los chicos del primer grado se fascinaron por cómo iban conociendo las distintas combinaciones de puntos en el cuerpo de la muñeca”.
Es así que la maestra decidió presentar su obra en el concurso anual que realizaba la Organización Nacional de Ciegos de España, en el que se premiaban las experiencias educativas innovadoras y el material docente innovador.
Virginia no pensó jamás, dice a este medio, que el organismo español tuviera en cuenta “un muñeco hecho de cartón, en Argentina y, más aún, en la provincia de Corrientes”. “Era un lugar recóndito en el mundo”, pensó entonces.
Lo cierto es que logró el primer premio del concurso ese año y fue la única persona extranjera en lograr un reconocimiento.
Dos años más tarde, por el reconocimiento obtenido, la docente correntina fue seleccionada para formar parte del primer equipo de la Dirección de Educación Especial que acababa de abrirse en Corrientes.
A sólo dos meses de empezar su trabajo allí recibió una llamada inesperada: una periodista del diario Clarín, que la buscaba por el invento que había dado a conocer al mundo, dos años atrás.
“La periodista me preguntó si no sabía lo que había sucedido. Me consultó si tenía internet en mi computadora, a lo que respondí que ‘no’ y me preguntó si ví mi correo electrónico, ya que la Organización Nacional de Ciegos de España estaba presentando un muñeco llamado ‘Brailín’, como el primer muñeco en el mundo que enseña el sistema braille y ella se había enterado por las redes”, relata Virginia.
Enseguida, recuerda que la embargó la impresión y se puso a llorar, mientras se desarrollaba la llamada.
Al salir del trabajo, Virginia buscó un ciber-café y abrió su casilla de correo electrónico. Para mayor sorpresa, se encontró con más de 100 correos de personas de distintas partes del mundo.
Pocos días después, recibió el primer mensaje, fuera de Corrientes, de una mujer cordobesa que le pidió un muñeco, por lo que eligió cambiar la caja de cartón y hacer el cuerpo de Brailín totalmente de tela.
Una anécdota imborrable
Emocionada, Virginia Pérez recuerda la ocasión en que le escribió una mamá para pedirle una muñeca Brailina para su hija. Tras consultar el modelo que quería la mujer, le fue mostrando el proceso de creación y, cuando estuvo lista, se lo envió.
“Pasó el tiempo y no me dijo más nada. No supe si recibió la muñeca o no, por lo que enseguida me comuniqué con ella y le pregunté. Me dijo que la había recibido y fue entonces que le consulté si le había gustado a su hija”, cuenta la docente.
La madre le respondió que su hija aún no había nacido y esto impresionó a Virginia. “Nunca había escuchado en mi vida una cosa así”, dice.
Por ello, le preguntó: “¿cómo supiste que tu hija va a nacer ciega?” y la respuesta fue aún más impactante: “lo que pasa es que mi mamá es ciega y quiero que la primera nieta tenga algo que la conecte con su abuela”.
Hasta el día de hoy, Virginia no olvida ese momento, y recuerda, además las innumerables veces que personas de distintas partes del mundo, luego de recibir muñecos hechos por ella, la invitaron a visitar sus casas, le compartieron las notas del boletín de calificaciones de los niños y le pidieron ayuda para ejercitar la lectura.
“Mi trabajo está abriendo cabezas”
Mirando el camino recorrido durante estos 20 años, la docente correntina reconoce que “hay pocos juguetes o materiales didácticos diseñados para enseñar el braille” y señala que “los que existen, priorizan, muchas veces el tema de la discapacidad por sobre las características del aprendiz, es decir, son sin colores o sin nada llamativo”.
Su mirada es distinta, asegura que trabaja para los niños en general y por eso pone en primer lugar la condición infantil, después la situación de discapacidad.
“Pienso que para enseñar braille a un niño ciego es importante hacerlo a través del juego, aunque no fuera con Brailín, con cualquier material, para que uno piense que el niño necesita jugar y aprender, porque, a veces, se intenta enseñar a los niños con algo tan rudimentario y tan aburrido que se desaprovecha la oportunidad de que el niño se interese, se divierta y aprenda mejor”, considera.
En esa línea, concluye en que los muñecos Brailín, “a más de uno, tanto papás, mamás y docentes, les puede abrir la puerta a métodos nuevos, abrirles la cabeza para la enseñanza”.
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