La Red Puentes se creó en 2012 como respuesta al consumo problemático de sustancias en las villas de Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La gestaron mujeres madres de la Villa 21-24 como un dispositivo de abordaje comunitario e integral de las adicciones y un refugio para los que están en situación de calle.
Las mujeres pertenecían al Movimiento Popular La Dignidad, una organización que está en todo el país. Lo que posibilitó que se creen casas en: Barracas, Abasto, Lugano, Flores-Parque Chacabuco, La Boca, Gerli, Glew, Villa Celina, San Martín, Villa Madero, Mar del Plata; también en Córdoba, Jujuy, Mendoza, Salta, Chaco, Río Negro y Santa Fe.
En Chaco hay dos casas: la casa de Resistencia se abrió en mayo de 2018, la coordinan un equipo de psicólogos, asistentes sociales, talleristas en oficios; en Castelli se creó en 2017, cuenta también con profesionales y capacitadores. Se financian con aportes del Estado, del Movimiento Social La Dignidad y donaciones.
Actualmente hay 248 casas de la Red Puentes en todo el país, que son coordinadas por organizaciones sociales y eclesiásticas. En Resistencia, la casa de la Red Puentes es gestionada por referentes del Movimiento La Dignidad Chaco que “tiene una política de salud comunitaria e integral en la casa a la que asisten 20 jóvenes”.
Abordaje comunitario
Es importante saber que las casas de la Red Puentes son lugares de atención y acompañamiento comunitario. Pero también componen una cooperativa de salud, en convenio con la Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina) con quienes trabajan en abordajes de consumos problemáticos y asistencia a jóvenes.
Según cuenta Evelín Domínguez, coordinadora de la Red Puentes Resistencia, a NEA HOY, la mayoría de los jóvenes que asisten de manera voluntaria y gratuita a la casa circulan por el microcentro de la capital chaqueña, se encuentran en situación de calle o duermen en refugios del Estado provincial.
“Lo que se intenta hacer es abordar todos los aspectos de la vida de los chicos como ser: educación, trabajo, identidad. Se realizan terapias individuales y colectivas, pero no todos habitan la casa Red Puentes de la misma manera, algunos vienen unos días y dejan; y otros que continúan el tratamiento y participan de los talleres de formación que ofrecemos”, relata Evelin.
Según cuenta Evelín, que es asistente social, los jóvenes que se acercan a la casa lo hacen luego de las “intervenciones de calle” que realizan el equipo interdisciplinario y los voluntarios de La Dignidad. Una vez que llegan a la casa de la Red Puentes “tratamos de que incorporen de a poco hábitos de higiene, cuidado personal, de convivencia”.
“Nosotros entendemos que las problemáticas que viven les pibes son multicausales, por eso tratamos de trabajar para que ellos entiendan que la casa es de todos y que la convivencia que buscamos es comunitaria”, agrega Evelín.
Para lograr eso tienen horarios de funcionamiento de talleres, almuerzos, meriendas, rutinas y normas de convivencia que incluyen la limpieza del lugar y el espacio de terapia, que son debatidas en asamblea entre el equipo coordinador y los que asisten a la casa de la Red Puentes.
“Queremos que salgan de la calle porque ahí es cuando el consumo de sustancias se reduce”, afirma Evelín, preocupada porque muchos de los jóvenes que están en la casa de la Red Puentes “no tienen un acompañamiento familiar ni un entorno familiar seguro que los acompañe”.
Talleres de formación
Dado que la mayoría de los jóvenes que asisten viven en la calle, lo que busca la casa es acompañarlos para que puedan salir de esa situación. Se realizan talleres de formación en oficios para “que ellos tengan la oportunidad de decidir qué quieren hacer y quiénes quieren ser a futuro, es nuestro objetivo”, se esperanza Evelín.
En ese sentido, Martín Pérez Duran cuenta que la casa de la Red Puentes tiene talleres de carpintería, huerta, arte, radio y espacio de acompañamiento escolar para los que estudian. “Pero el aislamiento social, preventivo y obligatorio nos obligó a darles un espacio para que vivan porque muchos no tenían donde cumplir la cuarentena”, detalla.
Para que los jóvenes puedan acceder a libros y aprender lo necesario para sobrevivir, el Movimiento La Dignidad realizó campañas solidarias con el objetivo de conseguir donaciones de libros, instrumentos musicales y didácticos para crear un espacio cultural dentro de la casa de la Red Puentes.
De nada sirve dejar de drogarse si los lazos personales están rotos y no hay proyecto de vida que nos empuje a levantarnos cada mañana. El rol social de la Red Puentes es imprescindible porque trabajamos con sujetos que están postergados en otros sectores de la sociedad”, analiza Marina Morales, licenciada en Psicología y trabajadora de la Red.
Para entender la función social de la casa de la Red Puentes basta con acercarse un día y hablar con alguno de los jóvenes que asisten. La mayoría de ellos, antes de asistir a la casa vivía en la calle, no tenía un lugar donde estar ni un proyecto de vida, tenían la certeza de que no iban a poder progresar.
La Red Puentes es la oportunidad de muchos de poder ser entendidos y acompañados en el camino de abandonar el consumo de sustancias, reconstruir lazos sociales y proyectar una vida digna.
