El proyecto Campanas por la vida fue presentado en marzo por los padres de Evan Ramírez y fue aprobado en agosto. Ellos desean que al momento que su hijo, quien padece una enfermedad oncológica, reciba el alta, pueda vivir un momento único al dar unas campanadas de la victoria.
Evan Ramírez, pequeño guerrero de 4 años, el 13 de noviembre de 2019 fue diagnosticado con cáncer de sangre o más conocido como Leucemia Linfoblástica Aguda de Riesgo Intermedio. En la actualidad, lucha por superar la enfermedad con el acompañamiento familiar junto a los médicos del Hospital Pediátrico Dr. Fernando Barreyro.
La primera etapa del tratamiento es la más invasiva, donde se llevan a cabo todos los tratamientos de quimioterapia por vena, con la finalidad de controlar la evolución de la enfermedad y que no continúe afectando a más órganos del cuerpo. Durante esa instancia Evan sufrió tres recaídas, dónde pasó en total casi dos meses internado en períodos correlativos.
En la actualidad, Evan se encuentra en la etapa de mantenimiento, donde realiza las quimioterapias con comprimidos suministrados en su casa. Además, lleva a cabo controles y punciones de médula periódicos en el Hospital Pediátrico Dr. Fernando Barreyro, sector oncología de Posadas.
Julio Ramírez, padre de Evan, contó que al recibir el diagnóstico de su hijo “automáticamente nuestro mundo se dio vueltas de cabeza. No terminábamos de comprender la situación, y ya debimos llevar adelante todo lo que viene después de recibir tal noticia”
Asimismo, indicó que un episodio así “cambia todo desde el primer día. No tenés tiempo de parar a lamentarte o ponerte triste, porque él te necesita fuerte, que le demos seguridad”. Por eso, cada vez que Evan debía ir al Hospital a internarse, decoraban el lugar, llevaban juguetes e inflaban globos.
Una acción que cambió todo
En una oportunidad, mientras a Evan le realizaban quimioterapia, otro chico recibió el alta médica firmada por los doctores en un papel con remisión total de la enfermedad oncológica. Luego, hubo un intercambio de emociones con agradecimiento al personal de salud y se retiraron del hospital.
Esta acción movilizó a la familia Ramírez: “después de llevar a cabo semejante lucha, de estar tanto tiempo realizando el tratamiento, la finalización debía ser una fiesta, al menos eso queríamos que pase cuando Evan llegue a la remisión total”.
A partir de ese momento vivido con el otro chico que había recibido el alta, la familia decidió poner manos a la obra. Tras varios meses, presentaron el proyecto Campanas por la vida, el sonido de la victoria, para que se instale en el hospital de pediatría Dr. Fernando Barreyro de Posadas.
El mismo fue aprobado en agosto con la ayuda de los médicos del Hospital “que son excelentes profesionales, todos hacen lo imposible para que los niños se sientan un poquito más a gusto durante el proceso”.
Campanas por la vida, el sonido de la victoria
Con la colocación de estas campanas por la vida, cada vez que un paciente complete o finalice un tratamiento en cualquiera de las áreas de oncología de hospitales misioneros, harán sonar para anunciar la buena noticia.
Julio Ramírez y su familia, autores del proyecto, afirmaron que esta acción anima a los pacientes de esta índole, y transmite un mensaje de esperanza con positividad a todas las personas implicadas en la lucha contra el cáncer.
Cuando las personas terminan su tratamiento contra el cáncer de forma satisfactoria, tocan una campana colocada en medio de un pasillo para celebrar que salieron victoriosos. Entonces los doctores y pacientes salen a aplaudir al paciente recién dado de alta.
Según investigaciones realizadas por especialistas, la propuesta reduce la ansiedad que conlleva el tratamiento y es una nueva forma de revelar la felicidad de quien ha finalizado el mismo.
Campanas por el mundo
La tradición de las campanas por la vida se introdujo por primera vez en 1996 en el centro MD Anderson de Houston cuando el almirante Irve Le Moyne, agradecido por haber finalizado su tratamiento de radioterapia regaló la campana de bronce de su barco al centro y se instaló en el campus principal.
A partir de ese día, los pacientes que querían celebrar que habían finalizado el tratamiento tocaban tres veces la campana. Esta propuesta fue implementada en distintos lugares del mundo como Brasil, Alemania, Noruega, España y otros países de Europa.
Cada campanada supone poner un punto final a una etapa ya superada y dar comienzo a una nueva, llena de alegría. Tocar tres veces la campana de la vida es el mejor sonido de la victoria para expresar la alegría de un paciente tras haber finalizado su tratamiento ante cualquier tipo de enfermedad oncológica.
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