La Legislatura de Tierra del Fuego aprobó de forma unánime el pasado miércoles una ley que prohíbe la cría de salmón en la provincia. El país había firmado en 2018 un acuerdo con Marine Harvest, la empresa noruega líder mundial en la actividad.
Preocupados por el impacto ambiental que la cría de salmones viene generando en Chile durante la última décadas, diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) junto a referentes científicos del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) y de entidades académicas como la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF), comenzaron a impulsar la sanción de una ley que prohibiera la actividad en el ámbito provincial.
🎉 LO LOGRAMOS 🎉 ¡Argentina se convierte en el primer país del mundo que prohíbe la salmonicultura! Hace instantes, la Legislatura de Tierra del Fuego aprobó de forma unánime la ley que prohíbe la instalación de cualquier tipo de cultivo y producción de salmones. pic.twitter.com/Z5cWBD0p7c
— Greenpeace Argentina (@GreenpeaceArg) June 30, 2021
¿Cómo funciona la cría de salmón en Argentina?
Los salmones nacen en agua dulce, migran al océano y luego vuelven al agua fresca cuando llega el momento de reproducirse. La industria salmonera, siguiendo esa lógica, instala sus criaderos en fiordos o canales en los que confluyen ríos y mar. La fase de cultivo en el océano puede durar entre un año y medio y tres años de la vida del pez. Durante ese período los salmones se encuentran confinados en balsas-jaulas flotantes.
Al tratarse de criaderos instalados en mar abierto, se trata de un impacto directo en el ambiente con algunas consecuencias detectables y otras que pueden ser difíciles de vincular por la complejidad de la biodiversidad marítima.
Oscar Galli Merino es técnico piscicultor en el Centro Nacional de Desarrollo Acuícola. En diálogo con NEA HOY detalló las tres mayores preocupaciones que existen alrededor de la cría de salmones.
Marea roja
La primera de las consecuencias de la actividad se produce por un exceso de materia orgánica que recibe el fondo marino, derivado de los alimentos y las heces de los salmones que se aloja en el fondo de las jaulas.
El exceso de materia orgánica provoca la eutrofización del agua: esto significa que la floración de algas consume mayor oxígeno al punto de agotar la capacidad de renovación de los fiordos donde hay cría de salmón, matando la vida en el fondo marino.
Esta floración de algas conocida como marea roja puede generar en su metabolismo sustancias altamente tóxicas, que al ser el alimento de organismos marinos pueden provocar daños en la salud de las personas que los consumen.
Intromisión de especies exóticas
La segunda de las preocupaciones es el impacto que puede generar la intromisión del salmón en el ecosistema antártico. Según un estudio publicado en la revista científica Conservation Biology “las especies exóticas son la segunda causa de pérdida de biodiversidad luego de la pérdida de hábitat”.
El salmón es una especie carnívora foránea que se adapta perfectamente al clima del mar Antártico en el que no encuentra depredadores. De escaparse de las jaulas, provocan una disminución de especies nativas por depredación y por competencia de espacio y alimentación.
Cabe destacar que las fugas de salmones son más comunes de lo que a la empresa le gustaría admitir. Según el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), el 5% de los salmones se escapa anualmente. En la misma línea, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) señaló que entre el 2007 y 2008, escaparon alrededor de 1,5 millones de peces cada año. Los escapes del 2009 fueron 1,5 veces superiores a los de Noruega.
Uso de antibióticos para cría de salmón
Por último, la alta densidad de peces enjaulados facilita la propagación de enfermedades parasitarias e infecciosas. Y aunque esto pueda sonar suficientemente grave, la solución puede ser aún peor.
Para evitarlo, se recurre a un uso excesivo de antibióticos, lo que a la larga puede generar una mayor resistencia parasitaria. Esto compromete nuestra capacidad para tratar enfermedades infecciosas y pone en peligro muchos avances médicos.
Constantemente se realizan campañas advirtiendo sobre esta práctica y existe una tendencia hacia la reducción de antibióticos en la cría. Sin embargo, las cifras que se utilizan en ésta zona siguen siendo alarmantes.
Según datos del Servicio Nacional de Pesca chileno, durante el 2016 el uso de antimicrobianos alcanzó los 382.500 kg para a una producción de casi 728 toneladas de salmónidos. En el país nórdico, en cambio, se utilizaron 523 kg para 1,3 millones de toneladas de salmón.
Un informe del 2018 reveló que como consecuencia de la cría de salmones se redujo la diversidad bacteriana. La disminución de la diversidad biológica, producida por este uso excesivo de antimicrobianos, también facilita las infecciones bacterianas de los peces cultivados, con nuevos y emergentes patógenos, pudiendo contagiar a especies nativas cuando se escapan.
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