El verano es uno de los momentos del año en el que leer un libro y tomarse un tiempo para relajarse – más aún si estás de vacaciones -, se convierte en una de las opciones más tentadoras. Por un lado, te permite conectar con una historia, y por el otro, una gran oportunidad para conocer a escritores de la región.
Sin dudas, ya sea sí vas a la playa, a las montañas, o si te quedás en Formosa y disfrutas de los destinos turísticos locales , un buen libro para leer es una excelente opción.
En esta oportunidad te traemos una selección de escritores recomendados de la provincia de Formosa, pero si crees que hay omisiones en esta lista de libros para disfrutar de la lectura en vacaciones, podes dejarnos tu propia recomendación también.
Los recomendados
Memorias de un combate
Un libro recomendado es “Memorias de un combate” del escritor y documentalista Sandro Rojas Filártiga.
El libro tiene 49 capítulos, 36 con testimonios de los combatientes y 13 con homenajes a los héroes que entregaron su vida el 5 de octubre de 1975 en Formosa durante el ataque perpetrado por un grupo de Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 29.
En su interior, el libro Rojas Filártiga está cargado de relatos y la historia del 5 de octubre, donde hablan madres, hermanos e hijos de los fallecidos que defendieron el cuartel. “Memorias de un combate” es una extensión del documental “Los Valientes de Formosa”.
Orlando Van Bredam, es uno de los mejores escritores y ensayistas que residen en Formosa. Si bien, es autor de diversos libros (todos recomendables) desde NEAHOY dejamos algunos títulos.
Nada bueno bajo el sol
Una ordenanza municipal obliga al protagonista de la novela a errar con el cuerpo de su padre muerto en busca de una sepultura, ya que en Raíces, su pueblo natal, nadie quiere enterrarlo. En un viejo auto Kaiser Carabela, el protagonista emprenderá un insólito viaje en el que deberá sortear todo tipo de percances, algunos rozan la crueldad y otros el humor más atroz que reviste la muerte de un ser humano.
No mires nunca debajo de mi cama
Orlando Van Bredam realizó su propia antología, en la que reunió casi cien textos breves, escritos y publicados la mayoría entre 1983 y 1999. Pertenecen a libros ya agotados, difíciles de hallar. Muchos se editaron por el Plan Lectura del Ministerio de Educación de la Nación y algunos tuvieron la suerte de ser traducidos a otras lenguas.
En “No mires nunca debajo de mi cama”, hay cuentos, minificciones y poemas que -según Van Bredam- todavía le agradan y aún desea compartir. Al hacerlo advirtió ciertos tópicos recurrentes que le han permitido agrupar los textos: la infancia, los abuelos, el hogar paterno, la adolescencia y las angustias de la madurez.
La mujer sin ombligo
Este libro nos trae imágenes de la vida, de ésas que nos dejan sin palabras, que golpean en el pecho y se hacen eco sordo, de ésas que de tan cercanas y cotidianas nos rompen la piel, nos pegan un cachetazo, pero también de ésas que nos sacan los sentimientos más nobles, más primarios.
La mujer sin ombligo y otros textos es contundente, nos habla de un paisaje de pueblo chico y de sus personajes siempre al filo de la desesperación, de la tranza, de la locura por amor, nos trae también el lugar de la mujer en un mundo donde muchos todavía miran para otro lado y así la muerte y la vida se convierten en pura anécdota.
Orlando Van Bredam describe magistralmente, y como sólo él sabe hacerlo, cada situación, cada detalle, cada emoción al borde del estallido, tanto que pone al lector en un lugar incómodo, porque ese lugar lo habitamos también cada uno de nosotros intentando disimularlo.
Lo que nadie toca, de Miriam Alvarez
La escritora revela una imposibilidad a la vez que construye una zona de resguardo. En esta propuesta, lo cotidiano se vuelve alimento del poema y viceversa.
El yo poético recorre los senderos de la memoria para ver cómo la arena, la nieve y el amor, se desperdiga entre las páginas como migajas de pan.
Porque tal como lo expresa la voz: ” todo/se me escurre/entre las manos”. Se trata de una escritura que nace, se pierde y se entrega a “la belleza de lo dañado”. Cada uno de los poemas actúa como un pequeño reservorio natural y lingüístico.
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