Se cumple hoy un nuevo aniversario de la mañana trágica en que un estudiante correntino fue asesinado por la dictadura de Onganía, por manifestarse contra la privatización del comedor universitario de la Universidad Nacional del Nordeste, una página de la historia de las luchas sociales del NEA y la Argentina.
El joven se llamaba Juan José Cabral y era oriundo de la ciudad de Paso de los Libres. Tras su muerte, su nombre se convirtió en estandarte de la lucha estudiantil y generó la aparición de otras movilizaciones significativas como el “Rosariazo” y el “Cordobazo”, que contribuyeron a la caída de la Doctadura.
En entrevista con NEA HOY, Julio Kaplan, quien fue Presidente de la Federación Estudiantil de la Universidad del Nordeste (FUNE) en 1974, contó detalles de los hechos y explicó cómo influyó en la esfera política local y nacional la muerte de Cabral.
“El hermano de Juan José Cabral cuenta que tenía una participación muy activa. Podrían haber matado a cualquiera pero tenían que matar a uno para parar la lucha”, señaló Kaplan.
A la vez, remarca que los objetivos no fueron los esperados, “más allá de aplacar la movilización, generaron todo lo contrario. La muerte fue un ejemplo de heroísmo, de combate y lucha con la que ayudamos a hacer caer la dictadura, logramos que se reabra el comedor universitario y echamos al rector de entonces”.
Vale traer a la memoria una de las crónicas que realizó Kaplan sobre el correntinazo del 69, en la que cuenta que los antecedentes de la mañana trágica se iniciaron en pleno receso de las actividades universitarias, en febrero de 1969, cuando se decidió (en Corrientes) la privatización del comedor, aumentando considerablemente el precio del ticket.
“Dirigíamos los Centros de Agronomía y Veterinaria y la FUNE; la propuesta era no sacar los ticket con aumento e iniciar una serie de protestas en contra de la privatización del comedor. Nuestra lucha no comenzó de golpe. Fuimos pensión por pensión, juntando 10 acá, 15 allá y con asambleas pequeñas que iban creciendo. Luego se iniciaron los exámenes, se eligieron delegados por curso y desde ahí las manifestaciones al Rectorado para tratar de revertir la medida”, expresa el relato.
Comenta que fue entonces que el Rectorado decidió cerrar el comedor y las protestas fueron creciendo. “Instalamos en la CGT una olla popular. Llegaban allí las mercaderías que conseguían los estudiantes desde el interior y de la ciudad, de la Asociación de Feriantes. Se fueron sumando las agrupaciones universitarias y se conformó una Junta Coordinadora de Lucha”.
Las horas previas a la muerte de Juan José Cabral se decidió marchar hacia el rectorado para lograr una entrevista con el rector Walker. La Policía dio a los estudiantes la seguridad de que no habría represión si se marcha en orden y al mediodía del día siguiente se encaminó una columna de alrededor de 1.500 estudiantes por la calle Irigoyen del microcentro capitalino.
Tras la negativa del rector de reunirse con los estudiantes, la Policía arremetió contra ellos lanzando gases lacrimógenos y atacándolos con sables.
A varias cuadras del rectorado, en la plaza dedicada al Sargento Cabral, el joven Juan José Cabral, que se había alejado del tumulto, fue herido por una bala de 9 milímetros, lanzada desde una camioneta con efectivos vestidos de civil.
Hasta la actualidad, los actos en honor a Juan José Cabral son numerosos y mantienen viva la memoria de la movilización estudiantil que vela por los derechos adquiridos ante el avasallamiento de ideologías políticas estatales neoliberales.
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